Sobre el arrepentimiento: lo que hice, lo que podría haber hecho

Por Kheldar @KheldarArainai

As the time goes by (Photo credit: Vicent Muedra)

¿Nunca has tenido esa sensación de estar maltratándote a ti mismo?

¿Os habéis fijado en el típico momento donde nos sentimos extraños, y en el que querríamos cambiar lo ocurrido?

Ese momento de tu vida en el que reflexionas acerca de actos o situaciones del pasado y te dices “podría haberlo hecho distinto”… Para algunas personas, la palabra no es “distinto”. Ellos se dicen “podría haberlo hecho mejor”.

La pregunta que viene a mi cabeza es…

¿Qué quieren decir con mejor?

Hoy, que es día de huelga y que mi cuerpo dice que me estoy exigiendo mucho últimamente, me he tomado un descanso. Durante este descanso pasan muchas cosas por mi mente: he tenido ya varias conversaciones muy inspiradoras en lo que va de día; y también mi momento quejica. Pero sin desviarnos del asunto que quería tratar…

Mi mente ha acabado llegando a esto.

No voy a negar la causa: estos días, con la gente del curso intensivo y con antiguos alumnos con los que mantengo el contacto… Estamos enfrentándonos justo a este tipo de situaciones, de maneras variadas pero muy similares (queda en privado a qué y cómo).

Nos damos cuenta de situaciones así, y hemos comentado también que nuestro pasado no ha sido bueno en ciertos aspectos. Nos contamos las decisiones que tomamos y de las que nos hemos arrepentido, al conocer posteriormente algo que transformó esa decisión en un momento de desatino.

De hecho, esto ocurre con todos los que han querido aprender de mí…

Y con la mayoría de los que me piden consejo sobre seducción.

Algunos se arrepienten de haber prestado atención a ciertas tendencias del momento. Otros, de haber decidido desaparecer para una persona que estaba loca por ellos. Otros, de no haber confesado lo que realmente sentían y aparentar que la otra persona les era ajena… Y de haber seguido consejos que les llevaron a perder a quien querían.

Y todos se arrepienten por una sencilla razón: su decisión les hizo perder aunque pareciera ventajosa en un principio. ¿Quiere eso decir que no son buenos en la toma de decisiones?

Ni mucho menos. Quiere decir que todos tenemos tropiezos, sencillamente.

Y ante estos tropiezos… Hay quien opta por machacar su moral y se inventa millones de “mejores escenarios”; como también hay quien no se flagela de este modo y se dice… La próxima vez, si vuelve a darse un caso similar, lo haré como no lo hice ahora.

Esta última frase tiene gran relación conmigo; dado que en muchas ocasiones he tomado decisiones (algunas bastante desatinadas) y luego he probado a ver la otra cara de la moneda, e incluso el canto… Y he tenido que redirigir mis pasos.

Este acto ha sido esencial para mi bienestar.

Todo aquello que forma parte de mis logros, éxitos o como lo queráis nombrar… Viene precisamente de saber redirigir el caudal de mi energía, mi atención, y mi acción; rasgo que sigo conociendo y evolucionando, y que seguirá creciendo a lo largo de mi vida.

Algunos de nosotros hemos perdido de vista en ocasiones la forma intuitiva para redirigirnos, y la hemos recuperado improvisando. Otras personas han necesitado ayuda externa para ello. Y no es nada de lo que avergonzarse.

Arrepentimiento… (Photo credit: PoweredByLarios™)

Lo que sí es de vergüenza es que, tratando de redirigir tus pasos, busques orientación al azar y te vuelques en aquello que te aleja de ser tú mismo y de andar tu propio camino…

Y que en vez de (como debería ser y se espera que sea, pero luego nunca es) hacer cualquier cosa realmente beneficiosa por tu bienestar o tu realidad personal…

Te lleva a un mundo de apariencias, de velos, de fachadas, de farsas; donde todos interpretan un papel buscando vete a saber qué beneficios a costa de las demás personas.

Querer mejorar tu vida no es algo de lo que avergonzarse.

Querer mejorar tus relaciones no es algo de lo que avergonzarse.

Querer aprender a manifestar tu atractivo y sentir atracción por los demás, tampoco.

Querer tener relaciones sexuales, tampoco es algo vergonzoso.

Querer hacer todo eso aparentando, fingiendo, “modelando”, actuando como aquello que no eres pero te gustaría llegar a ser sí es vergonzoso.

A pesar de toda la “buena intención” que tenga el consejo… Vamos a poner unas cuantas cosas en claro. Forzar a una persona a actuar tan distinto a su esencia y tan por encima de su zona de confort es contraproducente. Por mucho que así hagan cosas “diferentes”.

Es más, por hacer cosas tan diferentes es por lo que tiene tanto peligro.

Es normal que aparezcan desequilibrios emocionales y afectivos por culpa de ser infundido con un sentido de falsa confianza basado en “jugar” con técnicas y herramientas para aparentar ser una “persona de valor y éxito”; pretendiendo así atraer a aquellas personas a quienes normalmente no atraerías…

Y luego salir a la calle o ir por la vida repitiendo patrones de comportamiento (los que te habían infundido como “sustento” de tu falsa confianza y tu apariencia de persona valiosa), comportándose como alguien que no comparte momentos de verdadera conexión; sino que arrebata una intimidad que podría estar mejor invertida con otra clase de personas.

De hecho, haciendo eso estas personas no se dan cuenta de que se están condenando a vivir justo la vida que quieren evitar. Se tiran de cabeza a un lecho de autocomplacencia, donde prima la búsqueda de la llamada “mujer de mi vida” entre las faldas de cualquier mujer que captan sus sentidos… Y entre tanto, sus relaciones se convierten en algo desalineado con ellos.

No sirven a su identidad. Ni tampoco a sus propósitos.

No corresponden a lo que verdaderamente les atrae.

No son apreciados por su identidad, su propósito, ni aquello que les atrae…

Están viviendo una vida que les es ajena.

Y es demasiado común sentirse avergonzado -y también vacío- por ello…

Aunque normalmente, las personas que lo sienten se dedican a negarlo abiertamente, mientras que por otro lado, lo admitirán en conversaciones privadas, siempre muy lejos de la luz pública.

¿Merece la pena vivir así?

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