Sobre la viabilidad de la fisión nuclear

Publicado el 29 marzo 2011 por Anveger

Tras el accidente nuclear en la central Fukushima Dai-ichi de Japón, provocado por un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter y un maremoto con olas de hasta 32 metros, el mundo industrializado ha iniciado una reflexión acerca de la viabilidad de la energía nuclear de fisión. La prueba está en que Ángela Merkel, actual canciller alemana, ha cambiado su política energética tras el desastre, mientras el resto de países revisan sus plantas (nucleares, claro).

La energía de fisión es la fuente de energía implementada más productiva hasta la fecha. La energía eléctrica sería muchísimo más escasa (y cara) sin fisión de lo que es actualmente. Obviamente, reduciría la renta disponible de las familias, caería por ende el consumo, se reduciría por tanto la producción y los costes de las materias primas también ascenderían. Es decir, la riqueza de la sociedad se contraería notablemente. Por añadidura, la energía de fisión es compatible con evitar el cambio climático: no produce emisiones de efecto invernadero, especialmente de CO2, que tanto cabrea a los ecologistas.

Como cualquier innovación revolucionaria, la energía nuclear presenta un riesgo. Con riesgo cero, el progreso también es cero. ¿Qué elegimos de la disyuntiva? Para elegir una alternativa, debemos, ante todo, analizar los riesgos y los beneficios. La energía de fisión, a cambio de aportarnos mayor riqueza, nos reporta radiactividad, ya sea emitida directamente al medio ambiente o almacenada sólidamente en cementerios nucleares. Los cementerios nucleares representan el coste con menor peligro, pues la radiactividad generada es controlada y tratada por los seres humanos. Los residuos que el reactor genera se separan de los reutilizables (para volver a usarlos en otro reactor) de los inutilizables, que esos sí se almacenan; los reutilizables, se van haciendo cada vez más radiactivos hasta que se convierten en plutonio.

El problema de los residuos puede ser asumible en cierta medida, pues el volumen de todos los residuos nucleares del mundo no es mayor al de una habitación convencional (8 metros cuadrados).

El mayor riesgo, por tanto, es el de fuga radiactiva. Por eso, los ingenieros nucleares idean constantemente nuevas formas de impedir cualquier posibilidad –por remota que sea– de incidente nuclear. Se publicó un informe en el que se demostró que si un avión comercial Boeing-767 se estrellase contra la central, al contrario que el World Trade Center, la central nuclear permanecería sin problema alguno en la vasija y en el núcleo.

El problema estriba en la refrigeración, pues la actividad de la fisión se realiza a miles de grados y, sin agua en el interior que circulando enfríe el núcleo, éste puede llegar a fundirse, aumentando la presión y haciendo inevitable la emisión de algunos niveles de radiactividad. Por este motivo, se han ideado más de 5 sistemas de seguridad que permiten refrigerar en caso de que uno falle.

En primer lugar, tenemos dos publicaciones que tratan de calcular la probabilidad de que se produzca una fusión del núcleo en 40 años. La primera, la calcula para los reactores antigüos; la segunda publicación, realizada por General Electrics, calcula lo mismo para los reactores modernos. En la siguiente tabla, extraída de esa publicación, se resumen las conclusiones logradas:

En la parte encuadrada de rojo se encuentran las probabilidades de que se produzca una fusión de núcleo en un año, para cada tipo de reactor. El primero, BWR/4, es el mismo modelo al de la central de Fukushima. Como vemos, las probabilidades son muy bajas: si calculamos su media obtendremos una probabilidad de fusión de núcleo de 0,000280750% al año, por reactor.

Es decir, la probabilidad es prácticamente nula, pero está ahí; puede suceder. En este sentido, también debemos tener en cuenta el período de semidesintegración del radioisótopo que se encuentra en el reactor. Por ejemplo, el Yodo-131 se semidesintegra en 8,04 días, mientras que el plutonio tarda 24.110 años. También hay que decir que, a menor período, más radiactividad se emite, pues la radiación es liberada en poco tiempo, mientras que, en el plutonio por ejemplo, se libera poco a poco: en 24.110 años.

¿Es permisible entonces esta probabilidad? Situándonos en el peor de los escenarios posibles, esta es la probalidad de accidentes nucleares que se producirían antes de que el plutonio se semidesintegre:

Y, ahora, a partir de esta cifra podemos deducir la probabilidad de que ocurran distintos accidentes en el período de 24.110 años.

Y representando los anteriores datos:

O sea, que en 24.110 años, período en el que el plutonio está presente ha dado tiempo, a que se produzcan 5 accidentes nucleares. Y, por lo tanto, el plutonio se habrá extendido por muchos lugares de la tierra, dificultando la vida saludable.

Calibrando los beneficios y perjuicios de la energía de fisión podríamos afirmar que es altamente inviable si su tiempo de actividad es permanente, pues inevitablemente se producirán accidentes nucleares impregnando la atmósfera de radiación. Ahora bien, si la energía nuclear es transitoria, sus beneficios son muy superiores a los costes, ya que, a corto plazo, los residuos generados son mínimos y la probabilidad de que se produzca una fusión del núcleo es casi nula. Por ejemplo, si perdura unos 100 años en el mundo, la probabilidad de que ocurra una fusión del núcleo en un reactor moderno, utilizando la fórmula anterior, es de 2,23%; o sea, muy pequeña.

En definitiva, si optamos por el riesgo cero nuestra riqueza y bienestar disminuirá ostensiblemente. De modo que la decisión más racional –desde el punto de vista económico– es mantener la energía nuclear al mismo tiempo que se innovan otras fuentes más productivas y libres de riesgo, como la energía de fusión, cuya implementación se ha pronosticado para el 2035.

Es decir, es la energía del presente y hasta del futuro próximo, pero no es la energía de un futuro lejano. ¿Por qué la del presente? Porque hay riesgos prácticamente nulos (a pesar, de lo de Fukushima, y aunque este accidente todavía no haya ocasionado ningún problema para la salud) y fastuosos beneficios. ¿Por qué no la del futuro? Porque los riegos, obviamente, son crecientes. Y a nadie le gustaría mantener siempre una energía que genere algunos residuos. Siempre se quiere mejorar lo mejor.

No obstante, la predicción mediante probabilidades implica un riesgo. Por este motivo, la pretensión de este artículo no es demostrar cuántos accidentes se producirán, sino intuir que, a largo plazo, debido a los altos períodos de semidesintengración del plutonio, el planeta puede verse envuelto de este tipo de radiactividad y, concluyendo por tanto, que es la energía del presente o, como mucho, futuro próximo.


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