Gracias a la sed
Llegas viajero al pozo
Y bebes agua.
Reflexionaba con mi residente sobre las luces y las sombras del mundo sanitario. El lado oscuro no lo suelen contar sus unidades docentes durante la residencia y es algo mucho más sombrío que el agobio que puedan experimentar en las guardias. Tiene que ver con las miserias del sistema sanitario, las iniquidades, el maltrato profesional y la sobrecarga asistencial. Incluye la toxicidad del malestar y el sufrimiento ajeno, el amargor de los inevitables errores, la soledad de quien trabajará largos tiempos metido en su consulta. Y por supuesto la propia carga tenebrosa que cada cual albergue en sus bodegas.
Unas sombras que pueden quemar y que cuando lo hacen llegan a calcinar el alma.
Pero, ¿cómo tejer una narrativa que ponga el foco en las luces? Y no solo en los brillos de los éxitos de la medicina y sus tecnologías, sino más bien en esa sencilla satisfacción de tratar de ser un profesional honrado que hace lo que debe y que de paso ayuda, sostiene, cuida y acompaña a quien lo necesita. En la capacidad del ser humano de superar la adversidad y abrirse camino en la enfermedad, la pérdida y la muerte.
Mi sugerencia va en la línea de favorecer los mapas, los suyos. Sobre la creación de cartografías que incluyan referentes, horizontes, objetivos vitales y zonas de peligro o posible zozobra.
Pero no es fácil equilibrar el platillo de la queja de la balanza sanitaria, donde solemos situar casi todo el peso de la atención. Al igual que hace, dicho sea de paso, cada cual, se dedique a lo que se dedique. El otro lado de la balanza se mantiene habitualmente fuera de los focos pese a que incluye activos tan imprescindibles como el entusiasmo, la alegría, la paz, inspiración y la virtud.
Si un servidor fuera un Jedi entrenando a su aprendiz no tendría más remedio que enseñarle a usar su sable de luz, y en el mundo sanitario esta herramienta está hecha de consciencia, compasión y delicadeza para alumbrar las sombras en lugar de para atacar maléficos clones o potenciales enemigos.
Tengo la sensación, en cualquier caso, de no saber contar bien esta historia. Me gustaría ser capaz de poder transmitir un mensaje de esperanza y valor en la fuerza que esconde la relación terapéutica de una persona en tiempo de enfermar y sus cuidadores. La importancia en la comunicación y escucha, en la capacidad de generar sentido y comprensión que esconden las catástrofes vitales, la belleza oculta tras lo aparentemente desagradable o indeseado.
El ruido de nuestra sociedad de mercado y de la maquinaria tecnológica hacen difícil que surja el silencio y el espacio vacío que permita la emergencia de ese esplendor. Pero no es imposible. Por eso espoleo la montura hacia territorios de encuentro, naturaleza, creatividad y arte, en los que encontrar pastos que permitan cabalgar por los áridos desiertos de los que penando llegan a consulta.
Y soy testigo de que quedan bosques, arroyos y vida abundante. Incluso dentro de nosotros. ¿Seré capaz de trasmitirlo?
Mira los mundos
Todos irradian luz
Y también sombra.