Sofás Chesterfield, pon un Chester en tu vida

Por Jose Peral @Centrolandia

Articulo de www.centrolandia.com/blog/

Sofás Chesterfield: pon un Chester en tu vida

El estilo British tiene una serie de elementos propios e inseparables entre los que se encuentra el sofá Chesterfield, popularmente conocido en España como “chéster”.
Dicen los entendidos que comenzaron a hacerse un referente cuando, allá por el siglo XIX, decoraban los selectos clubes privados de todo tipo que proliferaron, primero en Londres y posteriormente por cualquier urbe inglesa que se preciara.
Los más preciados estaban realizados en piel, salpicados de botones del mismo material que le daban un aspecto curioso y original, denotando el poder adquisitivo de los socios que pertenecían al club que los poseía en sus salones, para el disfrute de los miembros durante sus instructivas discusiones o, como gustaban llamarlas los británicos, “los intercambios de opiniones”. Posteriormente, ya con vistas a formar parte de casas y palacios particulares de distinguidos aristócratas, los chester se realizaron en tela (siempre en tapicerías caras y exclusivas que denotara el prestigio social de sus propietarios).

En la imagen podemos apreciar uno de los salones de distintos clubes privados de Estados Unidos y Londres (Reino Unido) decorados al estilo tradicional de los clubes ingleses del siglo XIX donde los sillones Chesterfield juegan un papel protagonista.

También podemos apreciar un preciosos sofás de diseño chesterfield en color cuero en un entorno moderno.

Dado que en su comienzo, los clubes ingleses estaban constituidos por los hombres más selectos de la sociedad de cada ciudad, los primeros chesters que salieron del ámbito de los salones de estos clubes lo hicieron para ambientar los salones de las grandes mansiones de estos aristócratas donde salían aislarse para leer o hablar con sus amistades masculinas, lejos de la influencia y mirada de esposas, hijas y familiares de género femenino.

   Pero si indagamos más en el origen de este mueble y de su nombre, existe una tradición inglesa que habla de cierto lord inglés, Philip Dormer Stanhope (1694-1773) que era hombre instruido, diplomático, estadista y mecenas de Voltaire que andaba molesto porque los butacones de la época hacían que la gente de servicio que los usaba adoptara unas posturas que dejaba arrugas en la ropa que usaban, dando mala fama a sus señores. Por ello, encargó a cierto ebanista de la zona que le realizara un sofá lo suficiente robusto y alto tanto en espalda como en los reposabrazos para “obligar” a la persona que se sentara en él (personal de servicio de la casa) adoptar una posición rígida, con la espalda totalmente recta. De esta forma no quedaba arruga alguna en la ropa o uniforme de trabajo.

Pues bien, este lord inglés era ni más ni menos que el IV Conde de Chesterfield y de ahí tomaría su nombre el nuevo mueble expresamente construido para él, o mejor dicho, para el personal que limpiaba y mantenía sus mansiones y estaban a su servicio no deslucieran sus uniformes de cara a los selectos invitados del conde de Chesterfield a los que sin duda atenderían. Ni que decir tiene que rápidamente esta idea se transmitió entre todos los aristócratas, siendo un sofá muy demandado por la alta sociedad de la época.

En la imagen se puede ver la impresionante mansión de Longleat, en Wiltshire (Inglaterra) con un detalle de uno de los salones de lectura con sus chester de tela.

Las damas de realengo, impresionadas por el efecto que dicho mueble tenía en sus ropajes no tardaron en adquirir su propio chester para así poder lucir divinas por mucho que pasaran las horas muertas sentadas en ellos. En la imagen, retrato del cuarto conde de Chesterfield, para quien se supone que se creó el singular sofá. Junto a él una escena de la serie británica Sentido y Sensibilidad, basada en el libro homónimo de Jane Austen donde dos mujeres de la alta sociedad están sentadas en un Chesterfield.