Sol de medianoche. Sueños de hielo

Publicado el 04 julio 2017 por Asunción Jiménez


Madrid 4:00 a.m. de la madrugada, la almohada empapada, vueltas y vueltas en la cama: la temperatura en esta noche estival supera los 27° grados centígrados. Marc y yo miramos con alivio las maletas al fondo de la habitación. Destino Suecia, más exactamente Laponia, una región situada a unos 200 km del interior del Círculo Polar Ártico. ¡Allí las temperaturas más fresquitas estaban aseguradas!Tras un poco de empacho de aeropuertos, Madrid-Estocolmo/ Estocolmo- Kiruna, del que nos salvaron la puntualidad y organización nórdicas, salíamos al exterior a eso de las 19:40. Un instante inolvidable en el que comprobamos en directo la indescriptible luz del “Sol de Medianoche”. ¡Impresionante se queda escaso! ¡Esa tonalidad de amarillo rojizo envolviendo un paisaje de verdes penetrantes que abarcaba hasta el horizonte! Empezábamos mejor de lo planeado.

Una confortable cama helada

Utilizamos un taxi compartido para llegar al hotel. Se trata de algo muy habitual en la zona y como nos habíamos propuesto mimetizarnos con las costumbres autóctonas, no tuvimos dudas en probarlo. Así, nuestro primer intercambio de impresiones, en el breve recorrido de 12 kilómetros hasta Jukkasjärvi, fue con una pareja de italianos igual de alucinados con lo que estaban viendo. Todo a nuestro alrededor era de una fuerza intensa y deslumbrante,  diferente y a la vez te envolvía como una ola de profunda calmaPorque el ICEHOTEL 365 que nos serviría de alojamiento se puede definir de cualquier forma menos como un hotel al uso. Unas inimaginables construcciones solo hechas con hielo, más cerca de creaciones artísticas que de otra cosa. Pero, no solo eso: mobiliario, menaje, decoración… el material básico utilizado era agua congelada. Su transparencia permitía un juego de colores mágico al mezclarse con la iluminación. La sensación era cualquiera menos frialdad. Muy al contrario, era un entorno acogedor, yo diría que hasta “cálido”.Ocupamos una de las 9 suites de lujo con que cuenta este singular establecimiento. Baño climatizado y sauna privada eran parte de su equipamiento. No se puede pedir más para una pareja ávida de nuevas vivencias. Bueno, sí una cosa más: una cama. Fabricada con bloques traídos del río Torne, su transparencia impoluta contrasta con las mantas de piel de reno que la cubren. Blancos puros, azules metalizados y tonos tierra componían el cuadro visual privilegiado y singular en el que viviríamos los próximos días.

Días infinitos aprendiendo de los Saami

Despertamos saboreando una deliciosa bebida caliente de arándanos rojos. Tonificados, salimos fuera para fundirnos con la sobrecogedora Naturaleza que rodea esta pequeña aldea habitada por los Saami. Bosques de abetos inabarcables con la vista, verdes lagos y un paisaje de suaves montañas. Nuestro programa de actividades era intenso, ¡había que aprovechar el lujo de disponer de 24 horas de luz del sol!Un imponente silencio ayudaba a provocar esa sensación de fusión con el entorno. De todas nuestras vivencias exóticas, que no habían sido pocas, nada era comparable a estas vacaciones de verano laponas. Navegar en canoa, hacer trekking y senderismo, safaris fotográficos avistando renos y alces… todo ello inmersos en un baño de luz inacabable, con ligeros matices casi imperceptibles entre el día y la noche. La libertad infinita de no tener que ajustarte a ningún horario: golf a las 3 de la mañana, clases de escultura sobre el hielo a media tarde, pescando salmones a las 10 de la noche o degustación de la mejor cocina sueca a cualquier hora del día. Porque sus recetas de sonrosada carne de reno, los arenques en cualquiera de sus variantes o el siempre presente salmón, todos acompañados de coloridas salsas y mermeladas, merecerían un capítulo aparte.

Despedirnos de este idílico viaje no fue fácil. Se nos antojaba imposible abandonar este cautivador lugar. Sólo pudimos hacerlo bajo la promesa de regresar y redescubrirlo en la temporada de nieve y auroras boreales.

Sol de medianoche mezcla de rojo, añil y violeta en un cielo en permanente ocaso, frío en el ambiente que solo tus manos sobre mi cuerpo son capaces de anular.