La vitamina D o Calciferol pertenece al grupo de las vitaminas liposolubles y se acumula en el tejido graso del organismo.
Esta vitamina es muy importante para el metabolismo del calcio y junto con el fósforo resultan primordiales para la formación de huesos sanos y normales.
La carencia de dicha vitamina produce raquitismo u osteoporosis, enfermedades que se caracterizan por una debilidad ósea patológica donde el hueso no tiene la resistencia característica de los huesos normales debido a una mala calcificación.
La vitamina D se puede obtener de dos maneras: la primera es por el consumo de alimentos que la contengan, como ser lácteos y huevos; y la segunda por transformación del colesterol en ergosterol por acción de los rayos solares.
La deficiencia de la vitamina D ocasiona disminución de la mineralización ósea, por lo que una de las maneras más sencillas, prácticas y económicas de evitarla es mediante la exposición solar por lo menos durante 10 a 15 minutos al menos tres veces a la semana. Es posible que las personas que no viven en lugares soleados no produzcan suficiente vitamina D. La piel expuesta a la luz solar en espacios cerrados a través de una ventana no producirá vitamina. Los días nublados, la sombra y tener la piel oscura igualmente disminuyen la cantidad de vitamina D que la piel produce, es importante remarcar que el sol debe incidir directamente sobre la piel para lograr una síntesis adecuada de dicha vitamina.
Los rayos ultravioletas de la luz solar son los responsables de la producción de esta vitamina. La melanina presente en los melanocitos de la piel, es una forma de protección que filtra los excesos de radiación ultravioleta particularmente intensa en las zonas intertropicales, en donde por presión evolutiva hay un predominio natural de pigmentaciones oscuras de la piel, siendo estos los que sintetizan menos vitamina D por la vía solar.