¿Solo a mí me pasan estas cosas?

Por Dolega @blogdedolega
Por Dolega Martín 8 octubre, 2014 Con humor 11 comentarios

El verano ha sido realmente intenso y ha dejado momentos Dolega gloriosos y menos mal, porque cuando estás reventado a trabajar unas buenas risas siempre hacen más llevadero el esfuerzo.

Gran parte de mi tiempo lo he pasado en una de esas grandes superficies dedicadas al bricolaje, ya que está comprobado científicamente que siempre que vas a comprar algo que necesitas, compras cosas para cuando las necesites, cosas que alguna vez necesitaste y no tenías así que ahora te quitas el trauma, pero se te olvida comprar lo que ibas a buscar, así que a los dos días tienes que volver.

Ellos, que son muy listos, ponen en las cajas artículos que nunca comprarías en situaciones normales, pero cuando tienes que esperar una larga fila te entretienes en ver las posibilidades que tiene en tu casa ese pegamento especial para cobre, aunque tú no tengas nada de ese metal. Así empezó todo, en la fila de una caja cualquiera…

Cada vez que iba lo veía y le comentaba al Consorte “Joder, que buen invento. Esto me vendría genial para los radiadores de las mazmorras, en cuanto acabe me compro uno”

Así un día, otro y otro hasta que se hace realidad el refrán aquel de “Ten cuidado con lo que deseas, no se te vaya a cumplir”

Una de las veces, el Consorte harto de mi coletilla ante las cajas coge uno y lo echa al carro.

-No sabía yo que te podía hacer feliz por 4,95€

-Para que veas, toda la vida regalándome casas, yates, coches y joyas y el secreto estaba en un humilde limpia radiador. ¡Si es que eres un simple y no te fijas en las señales!

Llego a casa y bajo las escaleras corriendo y amenazando de muerte al universo arácnido que vive alrededor del Niño.

-¡Aquí viene vuestra pesadilla, ahora solo voy a probarlo, pero dentro de unos días será la madre de todas las limpiezas de radiadores!

…A ver Dolega, que esto no es el Challeger, coño que esto es más simple que el mecanismo de un chupete…venga, que la maña siempre funciona…es que no me puedo creer lo que me está pasando…

-Dolega, necesitamos una mano más con el canalón. Sube a ayudarnos, please.

-No puedo ¡Mira!

-¡¡¿Ya te has cargado el regalo que te he hecho?!! Pero si no te ha durado más que media hora ¡¡No vuelvo a regalarte nada!!

-Llevo intentando sacarlo más de cuarenta minutos, si a eso sumas el minuto y medio que estuve limpiando el radiador verás que me ha durado más de media hora así que deja de vacilarme y ayúdame a sacarlo ¡Eso no se puede quedar ahí!

-Eso es castigo de Dios.

Es que faltaba…

-¿Pero tú no eras ateo, Niño?

-Claro que soy ateo, pero el Dios de las arañas no perdona. Tú estás empeñada en acabar con sus hijas y él responde de manera implacable, sin piedad. Por eso ahora tienes ¡Un radiador con rabo!

¡AY, No me pegues! Te tengo dicho que la collejas producen mutaciones en el cerebro y hacen a las personas más dependientes de los videojuegos ¡Yo te lo aviso! Luego no te quejes del karma.

Ahora ataca el Consorte

-Es que lo que no se puede es ir por la vida sin responsabilidad, como si fueras una cría, metiendo sin control sin saber si vas a poder sacar ó qué y luego que venga otro a solucionarte el problema ¡Que ya estás mayorcita, Dolega!

Me aburren, en serio…Sobre todo cuando ponen esa sonrisa contenida de cachondeo profundo.

-¿Por favor, queréis dejar de decir bobadas y traer la radial y cortar el maldito chisme?

-¡Huy no! Que yo soy muy torpe y seguro que se me va la mano y corto el radiador, inundamos la casa y hay que cambiarlo por otro, rellenar el circuito de calefacción, purgar toooodos radiadores…Mientras que tú con tu habilidad proverbial, te pones y con mucha maña e inteligencia logras sacar mi fabuloso regalo de donde lo has incrustado.

Dolega con cara de madre…

Aparece el Niño con una sonrisa diabólica.

-Y si todo eso falla, con mucha paciencia, una cuantas horas y esta monada seguro que lo logras. ¡Toma!

Y se van, tan tranquilos y sin ningún remordimiento de conciencia.

Para que quede constancia en el futuro y no haya reproches, yo grito

-¿Sois conscientes de que os estáis portando como unos auténticos cerdos y que mi venganza será terrible, verdad?

Y allá, en la lejanía, escucho al Consorte mientras sube las escaleras

-Lo sé cariño, lo sé pero reconoce que algunas veces en la vida el placer no te permite pensar en las consecuencias.