Cuando me falta el aire y pienso
a quién heredaré mis pertenencias.
Cuando despertar es un tormento,
pero aún así me disfrazo y salgo.
Cuando el filtro de los colores falla
y todo aparece como en realidad es, blanco y negro.
Cuando mi pecho es un caballo desbocado
dispuesto a matar.
Cuando abro las compuertas del odio,
para ganar unos segundos más de oxígeno.
Cuando camino por la calle
lamentando la ausencia de un calibre 38 en mis bolsillos.
Cuando los veo y ellos saben que mi desprecio por sus almas
es superior a mi hambre.
Cuando la idea de morir devorados por una aurora boreal
me perece demasiado benevolente.
Cuando no tengo más alternativa que saltarme el proceso
e ir directo a la ejecución.
Cuando me doy cuenta de la milésima diferencia
que existe entre alguien que lee a Artaud y una rata.
Cuando compruebo una vez más que las monedas
no solucionan el problema de la pobreza.
Cuando mi desprendimiento es violento,
peor aún que una muerte no anunciada.
Cuando las hienas se acercan y no las reconozco.
Cuando los buitres me sobrevuelan en círculos.
Cuando hacerlo todo vuelve a servir para nada.
Cuando debo retroceder y apretar los dientes.
Cuando no siento el peso de abandonarlo todo.
Cuando me olvido de la contemplación
y acuño mi revancha en el silencio.
Cuando camino por los bordes.
Y desprecio los árboles
la lluvia
el sol
el aire
el mar
y la sangre.
Entonces sólo el rock
y nada más que el rock.