"Los desdenes de los enamorados reavivan el amor."Terencio
De la extensa filmografía del director sueco Ingmar Bergman hemos visto casi una docena de éstas, sin embargo, es la primera vez que reseñamos una de sus películas en el blog; en este caso, una comedia adaptada de la famosa obra de William Shakespeare Sueño de una noche de verano. Bergman, director clave no sólo de la cinematografía de su país sino a nivel mundial, es considerado como uno de los autores más influyentes y fundamentales por sus obras reflexivas, cargadas de los más diversos sentimientos, donde se cuestiona las complejidades del ser humano y sus propios demonios internos, como finalmente proponía en sus guiones y elementos simbólicos, este director nacido en Upsala.
Bergman, de una infancia desdichada e hijo de un pastor luterano, elementos que influyeron en su obra, al igual que su licenciatura en Letras e Historia, su soledad y atormentada concepción de la vida, que se fueron imprimiendo tanto en sus largometrajes, teatro y textos. Un cineasta, que empezó trabajando a la ordenes de un gran maestro cinematográfico - e inspiración para Bergman- como lo fue Victor Sjostrom, y que fue formando un estilo propio, tomando elementos del teatro, y la literatura principalmente de Henrik Ibsen y August Strindberg, y de sus propias experiencias personales, que siempre estuvieron reflejadas en cada una de sus obras, algunas absolutamente personales y otras mucho más genéricas, donde igual se hablaba de la dificultad de amar y cierta especulación con la muerte.El cine de Bergman, marcado por la pausa, las tomas largas, y esos bellos primeros planos de sus actrices, es también un cine cargado de simbolismo, de fuerza y ante todo un modo de escape y expresión de este director, que tuvo en la Isla de Faro, no sólo propio mundo, sino al amor de su vida, como lo fue Liv Ullman y finalmente su sitio de descanso eterno, donde murió en el 2007.