Sorveza

Por Jas

 

Hildegarda de Bingen es una santa alemana a la que hemos conocido a través de su compatriota, el Papa Benedicto XVI, quien la canonizó en el año 2012, otorgándole también, ese mismo año, la consideración de Doctora de la Iglesia Católica. 

Hildegarda fue abadesa de una comunidad Benedictina, incluso llegó a fundar una orden y levantar su propio monasterio, en el año 1150, obedeciendo un supuesto mandato divino. Su obra "Scivias" (Conoce los caminos) fue reconocida como emanada directamente de Dios, por las autoridades eclesiásticas del momento y de la región.

Tras su fallecimiento, no fueron pocos quienes persiguieron alguno de los prodigios que de ella se contaron, hasta que el obispo de Maguncia, presentándose ante su tumba, prohibiría a la difunta el realizar milagros, con el fin de evitar los escándalos... Hubieron de pasar 800 años hasta que otro obispo revocó aquella orden.

La formación de esta monja incluyó el latín, la música, la medicina y la botánica, disciplinas sobre las que escribió sendos tratados. En sus apuntes sobre botánica llegó a sugerir las bondades medicinales del lúpulo, para mejorar la cerveza, ya que con esta planta:

-. disminuía el dulzor de la bebida (Hildegarda observó que el consumo de bebidas dulces acababa produciendo, con cierta frecuencia, enfermedades relacionadas con la vista)...

-. mejoraba la conservación de la cerveza, evitando su contaminación bacteriana.

El lúpulo comenzó a cultivarse en el Sudeste de Inglaterra, en el siglo XVI, desde donde pasaría a los EEUU. Su consumo se extendería después por todo el mundo occidental. 

Hildegarda es la inventora de la cerveza, tal y como hoy la conocemos, motivo por el que la legión de adscritos al consumo de la birra, debería, primero conocerla y después, en la medida, mostrarle su reconocimiento. Quisiera, desde aquí, mostrar el mío, con la propuesta de cambiar la denominación de esta bebida por la de "sorveza".