Así, el diseñador creó en el ’94 el Bolle Box, un envase hecho de estiércol seco para los bulbos que se venden en las tiendas de souvenires. La estimulante propuesta es la pieza que faltaba en el puzle para comprender todo lo que rodea a un objeto (el pack, los materiales, el contexto de acción,…): además de tratarse de un envase que beneficia al bulbo que contiene -ya que está hecho de materia orgánica, comida para la planta- Müller transforma algo no querido, repudiado, en algo con valor, ansiado por el turista, que se lleva a su tierra parte de un residuo industrial potencialmente problemático. Y tan contento.
o: Sprinkle brigade o Ladenkast o Del cerdo se aprovecha todo