Gotera de preguntas: esos momentos en los que la persona adoptada tiene dudas sobre su historia y necesita saber. Un momento que muchas veces los padres esperan con una mezcla de emociones.
Alivio, por que la mayoría de los psicólogos decimos que es buenísimo que pregunten. Si preguntan es porque sienten y creen que pueden hacerlo.
Inseguridad, porque los padres muchas veces no sabrán qué responder.
Miedo, por no saber qué estará pasando por su cabeza.
Y en muchos casos
Tristeza, porque inevitablemente detrás de esas preguntas hay una historia incompleta o con pasajes no muy agradables, por los que antes o después pasarán.
Hace poco, una madre adoptiva me contaba una conversación que su hijo había empezado de forma espontánea durante un viaje en coche:
Ama, ¿tú me pusiste el nombre que tengo?
No hijo.
¿Quién me lo puso?
Tu mamá de la tripa- ¿por qué?
No sé.. me gustaría otro, más.. no sé.
¿No te gusta tu nombre?
No mucho… me gustaría un nombre como los que tienen otros niños.
Ama, lo que te quiere decir es que no le gusta su nombre porque no le gusta ser diferente- soltó a bocajarro su hermana menor- pero yo te quiero aunque seas diferente- continuó diciéndole impasible- todos te queremos aunque seas diferente.
¿Te pasa eso hijo?
Si- contestó
Y el silencio se hizo en el coche……………
Según me contaba esta madre, tras la sorpresa inicial, cada uno trató de darle al pequeño su punto de vista sobre lo bueno y lo malo de las diferencias. También le contaron situaciones en las que cada uno se había sentido mal por verse diferente.
Pero el pequeño hacía tiempo que había desconectado de la conversación de su familia…
- Quizá le había surgido la duda sobre su nombre y era una pregunta cualquiera,
- O quería decir que se sentía diferente y que eso no siempre le gustaba,
- O igual buscaba saber si su familia podría soportar que él se sintiera mal con su diferencia por mucho que ellos le quisieran.
Seguramente todas las conjeturas tienen algo de sentido en nuestro ejemplo.
Porque ciertamente ser adoptado implica ser diferente.
No tiene por qué suponer una limitación pero sí incluye una distinción: la adopción supone la reparación de una pérdida o de un trauma anterior, el abandono por parte de la familia biológica.
Tener presente esta diferencia facilitará que la familia adoptiva acompañe con éxito a su hijo en la elaboración del duelo que supone el abandono previo a la adopción.
Y por qué no, la clave del éxito del proceso de adopción: saber que hay que enfrentarse con esas diferencias para las que igual no se tienen respuestas o con las que ni si quiera se había previsto contar.
Un par de lecturas muy recomendables, sobre el tema
Yolanda Pérez