Me gusta revisar la App Store y descargar aplicaciones y juegos que considero didácticos o que estoy segura de que les encantarán por sus dibujos, su desarrollo o porque simplemente, son de Frozen, Violetta o Peppa Pig.
Leo sobre educación 3.0 para saber por donde van las tendencias, ya que las tecnologías forman parte del aula hoy en día: pizarras digitales, tabletas para cada niño, acceso wifi en cada rincón. Buscan en Google para ampliar información sobre lo que estudian, escuchan las canciones del cole en Spotify y ven documentales en Youtube. O amplían sus capacidades artísticas con herramientas como las de Crayola
Me encantan las webs que analizan novedades tecnológicas y sería muy feliz probando chismes y dando mi opinión (ahí lo dejo...) en Frikids o en Gizmodo. Incluso me atrevería con algún artículo para Brit+Co Tech
Dicho esto, ¿cómo voy a impedir a mis hijas que se relacionen con la tecnológica para exprimir su potencial al 100%? Un uso adecuado de esta, debería formar parte de su educación, tanto en el cole como en casa.
La NiñaKoala pasa bastante del Ipad, más allá de Clan y algunas de las aplicaciones de Montessori para escritura o algún cuento interactivo, a ella lo que le gusta es jugar con sus muñecos, sus cacharritos y el memory (que por cierto, todavía no ha probado on line).
Pero con la NiñaGato la historia es diferente. Pide el Ipad bastante, para jugar y ver vídeos. Y pide un móvil, claro está. Así que el año pasado su tía le regaló uno sin tarjeta, que ella no sabe conectar a la red wifi pero que utiliza para escuchar música, hacer fotos y grabar vídeos. Me gusta que lo use y aprenda cuando debe hacerlo y cuando no. Aunque a Il Pappa y a mi nos cueste que entienda que en la mesa no hay móviles (ni el suyo, ni los nuestros) y que no se debe sacar de casa (cuando lo hizo, se le cayó y se rompió un poquito la pantalla; ahora ya lo sabes, tía Jime). Igual que el Ipad. O la denostada televisión. Mejor poco y de calidad, que mucho y basura...
Es difícil captar su atención cuando están frente a la tele, parecen abducidas por la pantalla y solo escuchan las ondas sonoras que salen del aparato. Para mí es una cosa muy triste: se quedan atontadas. Y ya no te cuento en los momentos publicidad, que todavía son mucho más absorbentes. Prefiero mil veces que vean un serie de dibujos o una película en streaming, para que no vean
publicidad (que por otra parte, transmite miles de mensajes de estereotipos femeninos muy marcados y poco adecuados a determinadas edades, más en estas fechas). No las aíslo, pero la tele no forma parte de su rutina diaria. Al contrario, queda para las mañanas del fin de semana (cuando acaban los deberes) y la peli del sábado noche, un momento familiar. Creo que la tecnología es buena si les enseñamos a usarla para ampliar conocimientos, para comunicarse con los demás sin que eso sustituya la comunicación desvirtualizada.
- Yo también tendré un blog- me dijo el otro dia la NiñaGato.
- Claro que sí. ¿Y de que vas a hablar?-
- Pues de Violetta, de bailes y del trapecio de danza aérea-
Seguro que yo, con 6 años, hablaba de algo parecido en mi diario. Ella, si quiere, tendrá un blog. Sin intimidad (ya buscará eso de otra forma) pero como una vía mas para comunicarse con otros. Como una más, no la única.
Ayer leía un artículo sobre un profesor de Zaragoza que está en la lista de los mejores profesores del
mundo. Muchos de los logros que se le reconocen, tienen que ver con el uso de las tecnologías en el aula: cortometrajes, blogs, vídeos... como medio para conseguir cohesión en el aula, socialización o inclusión en el entorno. Así aprenden y así debemos continuar con ese aprendizaje en
casa. La tecnología es una herramienta muy potente, no el resultado de un aprendizaje.
¿Os habéis dado cuenta de que en estas navidades son muchos los juguetes que amplían sus funciones mediante aplicaciones? Las cámaras de los smartphone y tablets son una vía clara de acceso al plano virtual. Y están en un porcentaje muy alto de los hogares. La industria del juguete es consciente: el Karaoke de Violetta , Juego de Frozen, Furby, Cupets, o I-Games como el de la Pesca de Peces, o el de Peppa Pig. Ya no habalmos de videojuegos como único juguete tecnologico. Todos los juguetes aspiran a la doble función.
La tecnología (aquello que llamabamos Nuevas Tecnologías hace unos años...) forma parte de nuestra rutina. Los cambios son tan rápidos que ya casi nadie se plantea tener un móvil que solo sirva para llamar (mi abuela tiene uno, por eso sé que todavía existen) y los hogares se hacen tecnológicos: podemos controlar la calefacción, el AC, los electrodomésticos, las persianas...todo desde nuestro teléfono y con un coste mínimo. Y los coches tienen navegadores, responden a la voz, conectan por wifi o bluetooth, aparcan solos y dentro de poco, también se conducirán solos. Planeamos nuestros viajes desde el sillón, comprando vuelos, reservando coches, hoteles, aventuras; o viajamos a coste 0 con Google Earth. volando sobre Eurodisney y en 5 segundos sobre el desierto de Atacama.
¿Hay algo malo en todo esto? No les neguemos estas experiencias, solo acompañemosles en ellas. Nuestros padres nos enseñaron a jugar al Monopoly, a hacer cabañas en el monte y a coger monedas del fondo de la piscina. Nosotros podemos (y debemos) hacer esto también, añadiéndole una mejora responsable con la tecnología. Y es que si no lo hacemos nosotros otros lo harán y puede que nos encontremos entonces con problemas de verdad. No hay recetas milagrosas, pero como en todo, un control parental y unas pautas claras de uso son una buena base.
De madres frikis, hijos frikísimos ;-)