A principios de 2008 comenzó en los Estados Unidos una campaña publicitaria que dio mucho que hablar: Think before you post (Piénsalo antes de publicar), pretendía alertar a padres y adolescentes de los peligros de un uso imprudente de las redes sociales.
La campaña fue promovida por el National Center for Missing & Exploited Children (Centro Nacional para Niños Explotados y/o Desaparecidos ) y el Ad Council (Consejo de la Publicidad), dos organizaciones norteamericanas sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es lograr que los usuarios de Internet sean conscientes de las implicaciones que puede llegar a tener la publicación de cierto tipo de fotografías y otros contenidos en el ciberespacio. Con facilidad, esas fotografías pueden llegar a manos de terceros y ser utilizadas de manera inapropiada.
Los gestores de redes sociales en España se han comprometido a luchar para evitar cualquier tipo de extorsión a los menores, y han establecido la edad mínima de 14 años para abrir un perfil. Pero la realidad es que, según avalan diversos informes, un 27% de los niños de 8 a 11 años que navegan en la Red se ha abierto un perfil en las redes sociales y ha falseado su edad para poder hacerlo.
En Estados Unidos la situación se agrava. Según esos mismos informes, el 61% de los menores entre 13 y 17 años posee un perfil en las redes sociales y el 50% reconoce haber publicado fotografías personales más o menos “divertidas” o alocadas. Muchos no piensan en el riesgo que eso puede suponer, pero lo cierto es que el 15% de los adolescentes norteamericanos que están en las redes han sufrido algún tipo de acoso sexual. Las adolescentes tienen un particular riesgo: el 70% de esos acosos se dirigen a niñas. Anuncios como éste pueden hacer pensar a los jóvenes –y a sus padres- acerca de las consecuencias de sus actos en Internet.
Esta campaña tuvo tanto éxito que se diseñó una continuación dirigida específicamente en las chicas adolescentes. Se quería transmitirles un mensaje sencillo: una vez que publiques una foto, ya no la puedes controlar. No sabes quién la ve, quién se la descarga, qué uso hacen de ella. Pueden copiarla y distribuirla, pueden compartirla con comentarios impropios... o pueden utilizarla como chantaje. Cuando quieras quitarla, puede ser demasiado tarde.