El status epiléptico es la actividad compulsiva prolongada que corresponde a una crisis epiléptica única o repetidas que persisten por un tiempo suficiente para potencialmente producir daño neurológico, por lo que constituye una emergencia clínica, esta abruma los mecanismos compensadores del cuerpo requeridos para mantener la homeostasis. Sería un episodio compulsivo que dura 30 minutos o dos episodios compulsivos o más, no separados por una recuperación plena del conocimiento entre los episodios.
Este pude ser producido por acontecimiento grave o una ocurrencia remota y entre sus causas cuentan: anormalidades metabólicas como hipoglucemias, hipocalcemias, hipomagnesemias, hiponatremia; infecciones como: meningitis, encefalitis, absceso cerebral; vasculopatías como infarto cerebral, hemorragias subaracnoideas, hematomas subdural y epidural; toxicopatias por alcohol, cocaína, isoniazida, anticolinérgicos o tricíclicos; también cuentan como posibles desencadenantes la eclampsia y los tumores en sistema nervioso.
A no ser que exista un diagnóstico de epilepsia todo paciente convulsivo debe ser hospitalizado y tratado en sala de emergencias.
El tratamiento debe combinar la solución para la posible causa con intervenciones inmediatas como asegurar la oxigenación y el acceso intravenoso para instaurar los fármacos para frenar la convulsión.
Dentro de la estabilización inicial si la respiración parece estar comprometida es recomendable la intubación del paciente para asegurarle la provisión de oxígeno adecuada.
Entre los fármacos usados tenemos: benzodiacepinas (diazepam y lorazepam) consideradas como de primera línea en tratamiento, en las de segunda línea están el difenilhidantoina y fenobarbital, si hasta aquí la terapéutica falla se considera que el status epiléptico es refractario al tratamiento y aquí podrían usarse midazolam, propofol y barbituricos de anestésicos, considerándose como la tercera línea en tratamiento.