Stella, claves del éxito literario

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

El éxito literario no depende (únicamente) de la calidad de la literatura. Sabemos que los factores que influyen en él son de naturaleza muy diversa, demasiado a menudo, a veces totalmente, ajenos al arte de escribir. Sin embargo la reflexión acerca de la recepción literaria y sus condicionantes nunca está de más.

Publicar en Alemania una novela que aborde el tema del nazismo y la shoá, sea de forma directa o indirecta, es siempre un riesgo literario. Sea cual sea la calidad de la escritura, sea cual sea el posicionamiento del autor.

Y lo es porque la temática sigue levantando ampollas en una sociedad que arrastra la culpa con mayúsculas, una lacra que se transmite de una generación a otra, como el pecado original en el mito bíblico. Este arraigado sentimiento de culpa se basa en la falsa asunción de que, como preconizara en la posguerra inmediata la tesis de la culpa colectiva, todo el pueblo alemán fue culpable de los crímenes del nazismo, ignorando el colaboracionismo de tantos otros pueblos. Además de tratarse de una falsedad histórica, tal afirmación implica el grave peligro de asumir que la capacidad para el terror y lo atroz tiene fundamento genético, y que unos pueblos llevan estos genes en la sangre y otros no.

Reduciendo el postulado a una caricatura de verdugos y víctimas, podría decirse que los alemanes fueron todos verdugos y los judíos, todos buenos o, al menos, todos víctimas. Nada más lejos de la realidad, como la Historia bien se ha encargado y sigue encargándose repetidamente de demostrar.

Esta reacción en Alemania no es ninguna novedad. El escritor que se adentra en este terreno sabe a lo que se expone. Haga lo que haga y cómo lo haga, creará polémica, y el hecho no deja de ser una razón para lanzarse al ruedo, porque también la polémica vende, y mucho.

Así, no es de extrañar que , la novela que Takis Würger (Hohenhameln, Baja Sajonia, 1985) ha publicado este año en su país y se traduce ahora en el nuestro, haya sido denostada por gran parte de la crítica alemana y, sin embargo, aplaudida por libreros y lectores en general.

Como hiciera en los años noventa Bernhard Schlink con El lector, Würger trata un tema tabú, solo que, a diferencia de la primera, su novela no incita a la reflexión sobre un amplio espectro de aspectos éticos a los que se enfrenta la naturaleza humana, sino que se limita a narrar sin más, a exponer unos hechos que, por otro lado, no descubren nada nuevo. Su novela es un libro bien escrito, sin mayores pretensiones, que se lee con fluidez, y quizás esta virtud se explique precisamente porque no tiene ni mucho menos el calado de la de Schlink. Würger parte de un caso real para tejer una historia de amor sin mayor trascendencia. El secreto de su éxito reside sencillamente en tocar lo intocable y remover sensibilidades a flor de piel.

Narrada en primera persona, el grueso de la acción sucede en Berlín a lo largo de 1942. Friedrich (Fritz) es un joven suizo de familia acomodada y padres desavenidos por insalvable desavenencia ideológica. Su madre, dedicada pretendidamente a la pintura, en la que quiere iniciar a su hijo, y alcohólica, venera a Hitler. El padre, empresario importador de tejidos y demasiado ausente del hogar por sus viajes de negocios, abomina del Führer.

Así Fritz crece al calor de la buena cocinera, que le proporciona el afecto necesario en la niñez. Inmerso en este ambiente familiar, ante la perspectiva de la separación de los padres y de la intención de la madre de despedir a la cocinera por ser judía, el joven Fritz decide trasladarse a Berlín, en una especie de viaje iniciático para la vida, con la intención de experimentar la guerra desde su epicentro. Allí será donde conocerá a Kristin-Stella, una judía enigmática y atractiva, que posa para alumnos pintores, da clases de latín y canta en locales nocturnos. Entre ellos nacerá una historia de amor, que mantendrá el interés del lector en torno al secreto que acompañará hasta el final la figura de Kristin-Stella, un secreto al que contribuye el añadido de otro personaje, Tristan von Appen, miembro de las escuadras de defensa de las SS, con el que ambos mantienen amistad.

Tras el primer capítulo introductorio, en el que el propio Fritz narra las condiciones familiares de su infancia en Suiza, entramos en las vivencias del protagonista en su estancia en Berlín, que se nos entregan por capítulos, mes a mes, desde enero hasta diciembre de 1942. Cada uno de ellos empieza con un breve preámbulo, en el que se resumen los hechos más relevantes sucedidos en el mes correspondiente y prosigue después con la crónica berlinesa de los personajes.

El libro está salpicado, en letra cursiva, de las declaraciones testimoniales, extraídos de expedientes procesales del Archivo Histórico de Berlín, relativos al juicio contra un personaje real por delación de judíos en los años del nacionalsocialismo. El autor acompaña su libro de un epílogo, en el que da cuenta de lo sucedido a sus protagonistas históricos una vez terminada la guerra y hasta la actualidad, así como de una relación de fuentes y agradecimientos.

El autor describe con realismo los grotescos escenarios de la vida nocturna en locales musicales y fiestas extravagantes en la capital alemana en plena guerra. También sabe perfilar bien los demás personajes así como hacer creíble la relación entre Kristin-Stella y Fritz y la amistad de ambos con Tristan. Este es el mayor mérito de la novela.

Takis Würger

Traducción de Ana Guelbenzu

Penguin Random House, 2020, 205 pp.