Las canciones que componen el
primer trabajo de Suburbia conforman entre todas ellas un leitmotiv
existencial, donde la música teñida de rock’n’roll es una forma de vida; y
donde las letras de las mismas se comportan como una continua y constante
sucesión de declaraciones vitales al modo de pequeñas microhistorias de vidas...
sus vidas. Esas confesiones nos trasladan en muchas ocasiones a un espacio
urbano, donde cobran protagonismo los adoquines de unas aceras que literalmente
permanecen pegadas al asfalto, que en esta ocasión, son el telón que cae sobre
el espacio musical, anímico y sentimental de “Puldi”, “Nico”, Juanma y Carlos,
los cuatros componentes de Suburbia que, nos anuncian en la contraportada del
libreto interior del disco: "que Una
mala noche la tiene cualquiera es el resultado de cinco años de trabajo".
Un período de tiempo que, sin duda, se ha fraguado mucho tiempo atrás, y que
como ellos mismos declaran: "son
canciones para desconectar, melodías para cantar y letras para reflexionar”,
lo que para nosotros se transforma en un perfecto combinado en el que se unen
las mejores intenciones con la mejor música posible, pues esa es la que sale
directamente del corazón y las entrañas y se encuentra lejos de las imposturas
oficialistas y oficiales. Suburbia es un grupo de rock urbano con una señas de
identidad típicamente castizas y madrileñas que muchos habrán oteado en anteriores
grupos, sobre todo, de finales de los setenta y ochenta, pero de lo que no hay duda,
es que ellos también han sabido teñir a sus canciones de un estilo propio que
les hace disfrutar en cada corte del disco, o eso al menos es lo que se
trasluce cuando los escuchas.
Los trece temas que componen Una
mala noche la tiene cualquiera comienzan con una potente canción titulada Juanito R&R, toda una declaración de
intenciones donde se funden los matices del rockero protagonista de esta
primera microhistoria, con un ritmo que bebe del pop más potente, el rock sin
matices y unas potentes guitarras que ya nos dejan muestras, desde el principio,
de su poderío (una canción que sintoniza muy bien con las pretensiones del
grupo y que hace las veces de una perfecta carta de presentación). De ahí
pasamos a escuchar los acordes de Después
de la tormenta, una canción con la que Suburbia frena un poco el ritmo de
su música, pero no su intensidad, pues las guitarras de "Puldi" y "Nico"
se hacen de nuevo muy presentes, derivando en una fuerza que parece intrínseca
a las cuerdas de sus mástiles que, enrabietadas por una ágiles dedos, producen
ecos insospechados. El camino se endurece con la llegada de No me queda tiempo,aquí
si podemos identificar el clásico sonido del rock urbano más genuinamente
madrileño (Alarma, Suburbano, ...) aparecen con suma nitidez tras las notas de
esta canción. A veces es la primera
balada que nos hace apreciar esa otra cara de Suburbia, donde juegan muy bien
con los medios tiempos en una sucesión de reflejos clásicos de las grandes
bandas americanas de rock: "a veces
a la vida le falta ser vivida./ Faltan melodías y le sobran despedidas".
Un escarceo que se difumina con Algo normal,
donde volvemos a tocar la certeza de unos ritmos plenamente de ciudad, en los
que las noches se difuminan en un suspiro y las mañanas se eternizan en una
infinita sucesión de repeticiones que se comportan como un testamento generacional
y que Suburbia lo expresan muy bien en la letra de esta canción plena de magia.
Una mala noche la tiene cualquiera,
sirve para darle el nombre al disco y es una declaración de puro rock'n'roll
muy a lo Burning: "- ¡Ya va!, ¿quién
es?/ - La chica del 1ºB/ - Ponte algo de beber." y que es una nueva
manifestación de esa forma de vida implícita que trasmiten las canciones de Suburbia,
donde el más puro rock'n'roll navega por sus venas.
Esa canción es una nueva estación dentro de los medios tiempos a
los que el grupo madrileño no quiere renunciar, con Tribunal como señas de identidad
o los barcos del Retiro, y en la que su estribillo se nos queda desde la primer
audición: "suena esa canción que me
habla de los dos... suena esa canción que me parte el corazón...",
puro testamento musical y audiovisual made
in años ochenta. Con Poco a poco
Suburbia se aproxima a ese power-pop profundo con saxo incluido muy en la onda
de bandas con Javier Andreu y sus chicos de La Frontera. Un ritmo que busca un
poco de descanso en Una y otra vez
que se transforma en una muesca existencial en el devenir del protagonista de
la canción: "se hace camino al
andar... se van hacia el olvido tantos sueños..." en una nueva
declaración de la supremacía de la música por encima de unas marcas sociales de
las que muchas veces nos resulta muy difícil desprendernos, con unas guitarras
que, juguetonas, se comportan como el telón de fondo de los escenarios que nos
proponen Suburbia. Papel mojado tiene
ese matiz a lo Oasis en unas guitarras acústicas iniciales que enganchan y que
también nos sugieren matices de la música de Quique González, donde el poder de
su magia está en lo que nos transmite la denuncia que se adivina tras su letra:
"un, dos, tres y ya estoy fuera de
esta madriguera... me da igual cómo salga el sol..."Dosis de realidad nos acerca hacia el final del disco y de nuevo
Suburbia lo hacen encima de una moto de ritmos potentes con portentosas
guitarras cercanas al mejor rock español de siempre que van desde Burning a
FitoFitipladis. Ecos musicales que
continúan en La culpa fue del Rock'n'roll
todo un himno de Suburbia que sin duda será multi coreado en sus conciertos, y que
desemboca en la virtuosidad de una guitarra acústica magistralmente mágica en Esta noche sale el sol, porque nos mueve
los sentimientos de una forma muy especial, y se comporta como una de esas
canciones destinadas a quedarse muy dentro; es pura poesía sonora: "piensa amigo. Ten cuidado que el día menos
pensado el diablo llama a tu puerta. / No lo olvides. Tenlo claro. Cada día es
un regalo. Sal de la cama y despierta". Después de esto poco más se
puede añadir, sino que Suburbia se han tomado el rock'nroll como una forma de
vida.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.