Aunque cueste creerlo, ni tan siquiera somos los mismos que hace un mes, o una semana. Cada pequeño acontecimeinto y pensamiento va formando un poso en nuestro interior que nos va transformando. Todo es cambio. Tanto si lo deseamos como si no, todo es un constante fluir. Incluso la mayoría de nuestras células se regeneran cada cien días, cambian. Aferrarme a como era antes, era como escuchar una sinfonía y quedarme permanentemente escuchando un nota, sin poder disfrutarla entera.
Elegí entrar y salir de las situaciones entero. Entrar del todo y salir del todo, sin dejar atrás partes de mi. Lo que pasa, que pase. Dejar marchar el pasado, fue como soltar un tremendo lastre que me anclaba en el fluir de la vida. Estaba aceptando la nueva realidad. La ansiedad pasó y sus síntomas se marcharon, la serenidad llegó... pero no volví a ser el mismo de antes. Superar la ansiedad, resultó ser un gran ejercicio de limpieza interior. Ahora me siento mucho mejor conmigo mismo.