Sueña, de Lisa McMann

Por Eltiramilla

Edición: Everest, abril de 2011, 14’95€

Janie es una chica de diecisiete años que tiene la capacidad de ver los sueños de quienes duermen en la habitación donde ella se encuentra. El don no es un privilegio, sino todo lo contrario: estas particulares visitas le impiden conciliar su propio sueño y la devuelven al mundo real cansada y débil, sobre todo cuando le toca presenciar pesadillas. Su extraña habilidad siempre la ha mantenido un poco alejada de los demás, puesto que algo tan simple como ir a dormir a casa de una amiga se convierte en un infierno para ella. Además, su vida de por sí nunca ha sido fácil: desconoce la identidad de su padre y su madre se pasa el día en la cama, desorientada. Janie se ve obligada a trabajar en una residencia de ancianos para subsistir y ahorrar para la tan ansiada universidad, aunque el temor de compartir habitación con otras chicas —con todo lo que eso conlleva— le produce mucha angustia. Quizá sea el momento de averiguar qué le pasa…

No siempre las buenas historias poseen un argumento apasionante y unos escenarios visuales; a veces lo pequeño, lo sencillo en apariencia, depara grandes sorpresas y consigue transmitir más que una trama de acción digna de Hollywood. Algo así ocurre con Sueña: me ha parecido una pequeña delicia, una de las mejores novedades juveniles de este año, pero soy consciente de que no cumplirá las expectativas de quienes busquen un desarrollo impactante y espectacular. Confieso que me llamó la atención por el ingrediente sobrenatural del don de Janie, un aspecto que se aprovecha como es debido en la novela (¡genial la interrelación entre el subconsciente que muestran los sueños y la realidad!) y que, estoy segura, se desplegará más en las próximas entregas de la trilogía. Sin embargo, las virtudes del libro van mucho más allá: la parte “real” del relato resulta creíble y, por una vez, el romance carece de estereotipos e incluso me ha recordado a mí misma cuando tenía la edad de la protagonista. Ni chicos perfectos ni amores peligrosos, ¡suficientes dolores de cabeza tiene ya! Las relaciones con los compañeros de clase también están muy cuidadas, desde la amistad con su vecina y amiga Carrie a la antipatía mutua con Melinda. El hecho de que Janie trabaje en una residencia de ancianos y pase por dificultades en casa le da un toque más humano y cercano al lector (¡qué harta estoy de los personajes que gastan sin parar con dinero caído del cielo!). En general, considero que lo más atractivo de Sueña es la combinación de un elemento fantástico con una trama realista de lo más tierna. Por si eso fuera poco, la narración se merece un diez: frases cortas y estilo minimalista, con cierto tono poético y retazos de sentido del humor. Es una de esas historias en las que no solo importa lo evidente, sino lo que se lee entre líneas. A decir verdad, los únicos defectos reseñables que le veo son un final demasiado rápido y la falta de algunas explicaciones más sobre el poder de Janie (sospecho que la autora se las reserva para las siguientes partes).

En conjunto, este primer volumen de La cazadora de sueños, que va rumbo a la gran pantalla y en 2008 se hizo con un premio de la Asociación de Bibliotecas Americanas, ha supuesto un soplo de aire fresco para mí después de tantas historias de amores idealizados, malos malísimos y aventuras en un ambiente hostil. Hacía mucho tiempo que no leía una historia tan bonita como esta.