Cuando veo estas olas siempre pienso en surfistas “míticos”, con más de 30 años y en plena forma física y, por supuesto, mentalmente preparados durante años de experiencia en olas y situaciones límite que les han curtido y enseñado cómo enfrentarse a esas masas de agua gigantes.
Ver a estos chavales manejarse con esa soltura y valor en esas condiciones me hace darme cuenta de dónde está la verdadera evolución en el mundo del surf. Cada vez más radical y extremo.
No le quito valor a esta hazaña ni a las maniobras que cada día crean estas nuevas generaciones, pero recuerdo con cierta nostalgia cómo, cuando yo tenía su edad, el surf era algo totalmente diferente. Para empezar, ser profesional era algo impensable y eso creo que es lo que ha marcado la diferencia.