El viernes de la semana pasada dimos por concluido el Taller de Meditación Iniciando el Camino y fue una gran experiencia.
Durante 7 semana exploramos la meditación desde sus bases, explicamos sus fundamentos, su función, cómo calmar los pensamientos, cómo entender los sentimientos y, lo más importante, cómo aplicar lo aprendido a la vida cotidiana.
También surgieron muchas preguntas que fueron respondidas en su oportunidad, pero rescato las más recurrentes y las comparto.
¿Meditar es poner la mente en blanco?
No. Meditar es enfocar tu mente a un solo proceso a la vez y aceptarlo como es. El gran problema con nuestra conducta humana es que tendemos a ver la realidad con base en nuestros juicios y en comparaciones con experiencias pasadas. No tiene nada de malo, pero el problema es cuando no podemos ver la realidad como es.
Al meditar estamos aceptando la vida como viene y aprendemos a no emitir juicio alguno hasta después de entender la situación.
Es como estar en un incendio: lo único que importa es salvar la vida. Si nos detenemos a pensar en las causas o las pérdidas materiales, posiblemente moriríamos.
Meditar no es poner la mente en blanco. Es enfocarnos a una sola cosa al mismo tiempo, normalmente la respiración.
¿Necesito ser budista para meditar?
No. Pero ayuda mucho estar abierto a otra filosofía distinta a la judeo cristiana.
Esta semana no pude meditar porque estuve muy ocupado. ¿Está bien?
Si tienes 30 minutos para ver la tele o twittear, tienes tiempo para meditar. Lo siento, estar ocupado no es pretexto.
¿Tengo que comprar cojín, incienso o ropa especial para meditar?
No, para nada. Lo único que necesitas es encontrar un lugar y una hora en silencio para poder concentrarte. Ambos son gratis.
Es que no me puedo concentrar en nada.
Esa es justo la razón de ser del taller. Aprender a meditar, a concentrarte. Si no lo practicas, no fortaleces tu voluntad ni tu disciplina.
Muchas gracias
Este primer taller de meditación del Chocobuda ha sido una magnífica experiencia para todos los asistentes y para mi. Juntos aprendimos, nos reímos y algunos lloramos porque, entre otras cosas, vimos nuestros sentimientos por lo que son.
Pudimos experimentar ese espacio infinito de paz que existe entre pensamiento y pensamiento.
Pero sobre todo, se crearon nuevas amistades y nexos, que son lo más valioso de nuestra experiencia humana.
A todos, gracias.