Tao te king

Publicado el 04 febrero 2015 por Amber

El que sabe no habla. El que habla no sabe

El Taoísmo, es ante todo un modo de ver la vida, comprenderla, afrontarla, vivirla comulgando con su esencia: el Tao. Cualquier traducción de la palabra Tao es vana, pero podría “significar” principio, camino, cabeza. Se puede deducir que se trata del principio metafísico de la vida, como el camino que a ella conduce. El Tao Te King consta de 81 capítulos que no guardan ningún orden aparente. Según una leyenda, el original estaba escrito en palillos de bambú; pero un día esos palillos cayeron al suelo y el libro se desordenó… desde entonces lo leemos en desorden y ésta es una de las razones por las cuales nunca llegaremos a comprenderlo en su totalidad. Sin embargo según esa misma leyenda, los sabios son capaces de ordenar de nuevo los versos y leer el Tao te King como es debido.[i] Os recomiendo la lectura completa del Tao Te King, cuya autoría se atribuye a Lao-Tzú  pero mientras os anticipo algunos de sus versos.

Esta es la verdad profunda y simple:

Eres el dueño de tu vida y de tu muerte.

Lo que haces es lo que eres.

I

El principio que puede ser enunciado no es aquel que fue siempre. El ser que puede ser nombrado no es aquel que fue en todos los tiempos. Antes de los tiempos, fue un ser inefable, innombrable.

Siendo innombrable concibió el Cielo y la Tierra. Después de que esta forma se hubiera vuelto nombrable, dio nacimiento a todos los seres. Estos dos actos sólo son uno, bajo dos denominaciones diferentes. El acto generador único es el misterio del origen. Misterio de los misterios. Puerta por la que han desembocado en la escena del universo todas las maravillas que lo componen.

El conocimiento que tiene el hombre del principio universal depende del estado de su espíritu. El espíritu habitualmente libre de pasiones conoce su misteriosa esencia. El espíritu habitualmente apasionado solamente conocerá sus efectos.

II

Todo el mundo tiene noción de lo bello, a través de ella la de lo que no es bello. Todos los hombres tienen noción de lo bueno y, a través de ella la de lo que no es bueno. De esta forma, ser y nada, difícil y fácil, son nociones correlativas, el conocimiento de una de ellas nos revela la otra.

Siendo así, el Sabio sirve sin actuar, enseña sin hablar. Permite a todos los seres existir sin oponerse directamente, vivir sin acapararlos, actuar sin explotarlos. No se atribuye los efectos producidos y, por consiguiente, esos efectos permanecen.

III

No hacer caso de la habilidad tendría como resultado que nadie fuera ambicioso. No apreciar los objetos raros tendría como resultado que ya nadie los robara. No mostrar nada seductor tendría como efecto el reposo de los corazones.

Así pues, la política de los Sabios consiste en vaciar la mente de los hombres y en llenar sus vientres, en debilitar sus iniciativas y fortificar sus huesos. Su constante cuidado es mantener al pueblo en la ignorancia y en la apatía. Hacen que la gente hábil no se atreva a actuar. Pues no hay nada que no se arregle por la práctica del no-actuar.

IV

El principio aumenta de volumen y produce, pero sin llenarse. Abismo vacío, parece ser el antepasado de todos los seres. Es apacible, simple, modesto amable. Extendiéndose a mares, parece seguir siendo siempre lo mismo.

No sé de quién es el hijo. Parece haber sido antes del soberano.

V

El Cielo y la Tierra no son buenos para los seres que producen, sino que los tratan como perros de paja. A la manera del Cielo y de la Tierra, el Sabio no es bueno para el pueblo que gobierna, sino que lo trata como perro de paja. El entredós del Cielo y de la Tierra, sede del Principio, lugar donde actúa su virtud, es como un fuelle, como la bolsa de un fuelle cuyas dos paredes serían el Cielo y la Tierra, que se vacía sin agotarse, que se mueve exteriorizándose sin cesar. He aquí todo lo que podemos entender del Principio y de su acción productora. Tratar de detallar con palabras y con números sería un trabajo inútil. Atengámonos a esta noción global.

VII

Si el Cielo y la Tierra duran siempre es porque no viven para sí mismos. Siguiendo este ejemplo, el Sabio avanza al retroceder; al descuidarse se conserva. Como no busca su provecho, todo tiende a su conveniencia.

IX

Tener un vaso lleno sin que nada se derrame es imposible; más hubiera valido no llenarlo. Conservar una hoja afilada en extremo, sin que su filo se embote, es imposible, más hubiera valido no afilarla hasta ese punto. Conservar una sala llena de oro y de piedras preciosas sin que sea sustraído, es imposible; más hubiera valido no amasar ese tesoro.

No se puede mantener ningún extremo durante mucho tiempo. A cualquier apogeo le sucede necesariamente su decadencia. Así ocurre con el hombre…

Cualquiera que habiéndose vuelto rico y poderoso se enorgullece, prepara él mismo su ruina. Retirarse en el apogeo de su mérito y de su reputación, ése es el camino del Cielo.

XXIII

Hablar poco, y actuar sólo sin esfuerzo, ésta es la fórmula. Un viento impetuoso no se sostiene durante una mañana, una lluvia torrencial no dura una jornada. Y sin embargo, estos efectos están producidos por el Cielo y la Tierra (los agentes más poderosos de todos. Pero son efectos forzados, exagerados, por eso no pueden ser sostenidos). Si el Cielo y la Tierra no pueden sostener una acción forzada, cuanto menos lo podrá el hombre.

Aquel que se conforme al Principio, conforma sus principios a ese Principio, su actuación a la acción de ese Principio, su no-actuación a la inacción de ese Principio. De esta forma, sus principios, sus acciones, sus inacciones (especulaciones, intervenciones, abstenciones), le darán siempre la satisfacción del éxito (pues, suceda algo o no suceda nada, el principio evoluciona, por lo tanto está contento).

(Esta doctrina de la abnegación de las opiniones y de la acción es del agrado de poca gente) Muchos creen apenas en ella, los demás nada en absoluto.

XXIX

Para aquel que detenta el imperio, querer manipularlo (actuar positivamente, gobernar activamente) es según mi opinión, desear el fracaso. El imperio es un mecanismo de una extrema delicadeza. Es necesario dejarlo ir solo. No se debe tocar. Quien lo toca, lo estropea. Quien quiere apropiarse de él, llega a perderlo.

Cuando gobierna el Sabio deja actuar a todos los seres (y al imperio que es su suma), según sus diversas naturalezas; los ágiles y los lentos; los apáticos y los ardientes; los fuertes y los débiles; los duraderos y los efímeros.

Se limita a reprimir las formas en exceso que serían nocivas al conjunto de los seres, como el poder, la riqueza, la ambición.

XXXIII

Conocer a los demás es sabiduría; pero conocerse a sí mismo es sabiduría superior (al ser la naturaleza propia lo que hay más profundo y más escondido). Imponer su voluntad a los demás es fuerza; pero imponérsela a sí mismo es fuerza superior (al ser las propias pasiones lo que resulta más difícil de dominar). Bastarse (estar contento con lo que el destino ha dado) es la verdadera riqueza; dominarse (plegarse a lo que el destino ha dispuesto) es el verdadero carácter.

Permanecer en su sitio (natural, el que el destino ha dado) hace durar mucho tiempo. Después de la muerte no cesar de ser es la verdadera longevidad (la que es el premio de todos aquellos que han vivido en conformidad con la naturaleza y el destino).

XLIII

En todas partes y siempre, lo blando desgasta lo duro (el agua desgasta la piedra). El no-ser penetra incluso donde hay fisuras (los cuerpos más homogéneos, como el metal y la piedra). De allí saco la conclusión de la eficacia suprema del no-actuar.

¡Silencio e inacción! Pocos hombres llegan a comprender su eficacia.

El silencio es una fuente de gran fuerza

XLVII

Sin salir por la puerta es posible conocer todo el mundo; sin mirar por la ventana es posible darse cuenta de las vías del Cielo (principios que rigen todas las cosas). Cuanto más lejos se va, menos se aprende.

El Sabio llega a la meta, sin haber dado un paso para alcanzarla. Conoce antes de haber visto, por los principios superiores. Termina, sin haber actuado, por su influencia trascendente.

XLVIII

Por el estudio, multiplicamos cada día (en nuestra memoria las nociones particulares inútiles y nocivas); por la concentración sobre el Principio, las disminuimos cada día. Llevada hasta su extremo, esta disminución desemboca en la no-actuación (consecuencia de la ausencia de nociones particulares).

Ahora bien, no existe nada que el no-actuar (el dejarse llevar) no venza. No actuando se conquista el imperio. Actuar para conquistarlo, hace que no lo obtengamos.

LXIV

Lo que es apacible es fácil de contener; lo que aún no ha aparecido es fácil de prevenir; lo que es débil es fácil de quebrar; lo que es menudo es fácil de dispersar. Es necesario tomar medidas antes de que la cosa exista, y proteger el orden antes de que el desorden haya estallado.

Un árbol al que los brazos tienen dificultades para abrazarlo, ha nacido de una ridícula fina como un cabello; una torre de nueve pisos se levanta a partir de un montón de tierra; un viaje de mil estadios se inició con un paso.

Los que hacen demasiado estropean sus asuntos. Los que aprietan demasiado fuerte, acaban por soltarlo. El Sabio que no actúa no estropea ningún asunto. Como no está atado a nada, nada se le escapa.

Cuando el vulgo hace un negocio, normalmente lo pierde, justo en el momento en que iba a tener éxito (la embriaguez de su principio de éxito le hace perder la mesura y cometer torpezas). Es necesario, para tener éxito, que la circunspección del comienzo dure hasta su término. El Sabio no se apasiona por nada. No ambiciona ningún objeto, porque es raro. No se ata a ningún sistema, pero se instruye por las faltas de los demás. Para cooperar a la evolución universal, no actúa, pero deja hace.

   Tao Te King

[i] Tao Te King, Ediciones Obelisco (texto extraído del prólogo de Juli Peradejordi)