El destino final lo teníamos claro, queríamos acabar en la Taberna del Chato (C/ de la Cruz nº 35) porque ya habíamos ido en un par de ocasiones en las que salimos encantados, pero por unas razones o por otras, nunca habíamos dedicado el espacio que creemos que se merece el local en nuestro blog. Pero antes, queríamos aprovechar la ocasión para tomar algo más por la zona.
Pasamos de la modernidad a, posiblemente, lo más clásico de la zona: La casa del Abuelo (el de la Calle Núñez de Arce). Tradición a tope en la carta y escenario... pero han "modernizado" sus precios, probablemente en exceso (unas bravas, 7,80 €). Merece la pena enormemente, eso sí, probar sus langostinos en gabardina. Tienen un rebozo que no es comparable a ningún otro que hayáis podido probar. Fuera de carta tienen anunciado el Cocido Madrileño. ¿Alguien sabe si merece la pena o lo tienen de reclamo para los turistas? Puede que tengamos acercarnos otro día a probarlo...
Y por último, llegamos a nuestro destino. Rondaban las 3 de la tarde y el local estaba lleno excepto un hueco que parecía reservado para nosotros. La Taberna del Chato se hace llamar así porque la presentación de buena parte de los pinchos de su carta se hacen en un vaso de chato. A priori puede sonar raro, pero los combinan y presentan con mucho gusto, sin que desentone la presentación en vaso. Elegimos un chato para cada uno, que acabamos compartiendo porque todos queríamos probar todo:
- Chato de salmorejo: No me explico cómo pueden hacer un salmorejo tan riquísimo en el mes de febrero...
- Chato de paté de perdiz: "Exquisitísimo"
- Chato de steak tartare: Personalmente el steak tartare no es un plato que me guste demasiado. Aún así, el corte de la carne era muy bueno y su aderezo rico rico.
- Chato de tartar de bonito con algas: Nuestro favorito con diferencia. Ya lo habíamos probado en una de las dos ocasiones que lo habíamos visitado y nos había dejado encantados... No dejéis de probarlo si vais!