Fue además y con diferencia, la peor de todo el viaje, porque además de ser de un solo carril por sentido, estaba llena de obras por ser verano, y cuando no las había, teníamos radares de control de velocidad, que no dejaban superar los 90km/h, lo cual la convierte en una ratonera, puesto que no puedes adelantar ni a los camiones.
Además del paseo por el centro histórico de la ciudad y junto al cauce del río, el otro gran atractivo de la misma, es visitar los antiguos edificios de la Universidad (imag02), y sobretodo, subir a un montículo natural que preside la ciudad, y que está a pocos 15 min de la plaza principal.
Está situado a las afueras de la capital, donde se muestran las casas típicas estonas, su forma de construcción, así como la tecnología que usaban para hacer mover los molinos durante todo el año. Sin duda, es un viaje que enseña muchas cosas, y sobretodo las diferencias entre cada uno de estos tres países, tan pequeños para Europa pero tan diferentes entre ellos.