" Yo no aspiro a nada, no aspiro siquiera a eso que llaman la posteridad; yo no aspiro a nada, yo solo aspiro a haber sido útil ",
Eusebio Leal (1942-2020)
A raíz de la pandemia, la cual se ha extendido más de lo deseado, muchos teatreros independientes han tenido que buscar diferentes medios para mostrar su trabajo, encontrarse con el público y generar recursos para subsistir.
Por tal motivo, ha habido una cantidad enorme de talleres, charlas, conferencias y obras de teatro transmitidas en línea. En este sentido, creo que todo es válido para encontrarse, entretener, educar, mantenerse vigente y obtener ganancias, ya que los recintos culturales se encuentran cerrados y otros, si acaso, con un aforo permitido del 25%. Esta situación se agrava en el caso de los creadores independientes ya que la mayoría vive al día, no cuenta con le menor apoyo institucional y sus ingresos siempre han sido muy irregulares.
Es así como hemos visto obras, ya sea previamente grabadas o transmitidas en vivo, actuadas frente a una cámara, con poca iluminación o escasos elementos, lo cual, comparado con otras plataformas donde hay series o películas de gran producción, resulta algo muy modesto. Sin embargo y a pesar de esto, en algunos casos hemos sido testigos de una entrega actoral que conmueve; actores y actrices que nos abren las puertas de sus casas y nos invitan a estas, o a pequeños foros, para envolvernos en una ficción. Además, cabe señalar que, gracias a estas transmisiones, estos montajes han sido vistos en muchas latitudes del mundo, algo que el teatro convencional no consigue.
En contraparte, también vemos a algunos oportunistas: grupos que se hacen llamar "independientes", aunque en realidad llevan años subvencionados por el Estado, los cuales ya cuentan con financiamiento de programas como "México en Escena", que además obtuvieron apoyo del programa "Contigo en la distancia", y que ahora encima cobran por las obras que transmiten. También vemos a otros artistas que han vivido del erario durante mucho tiempo, defensores del viejo y corrupto Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes), y que ahora se aglutinan en frentes, movimientos o asociaciones cuyo único objetivo parece ser el de exigirle al gobierno que les facilite más recursos. Ante la presión, las instituciones se comprometieron a otorgarles préstamos y financiar un Banco de Funciones, sin embargo, no hay certeza de que haya presupuesto para ello.
Por su lado, de una forma por demás congruente y honesta, la actriz María Balam reflexionó respecto al quehacer teatral: " Absurdo el quererme aferrar a una actividad que claramente no es esencial ni brinda la ayuda adecuada en estos días. Absurdo el quererme convencer de que la gente lo "necesita" y que le hacemos un "bien" cuando en realidad sólo tratamos de justificar esta carrera egocéntrica e inútil, o al menos así me lo parece a mí en estos momentos [...] La gente está perdiendo seres queridos, empleo, dinero, casa y estabilidad emocional, y el gremio artístico, preocupado por seguir siendo visto y admirado [...] Necesitamos más silencio de ficciones para escuchar verdaderamente los sonidos de la realidad. Ya habrá tiempo para ficciones. "
Esperemos que esta pandemia sirva para que todos razonemos sobre nuestros privilegios de clase, sobre nuestra labor creativa, cómo y dónde la hacemos, para quién, y cuál es la función social del arte y de la cultura, no solo en tiempos extremos como el actual, sino también en la llamada "nueva normalidad".