Desde su creacción, la Academia Olímpica de Vicenza, entre cuyos fundadores se contaba Palladio, se había contentado con ofrecer sus representaciones teatrales en su sede, la Casa Académica. El 15 de febrero de 1580, se resolvió la construcción de un teatro. Se le encargó a Palladio un proyecto y una maqueta y, ya el 20 de febrero del mismo año se iniciaron los trabajos sobre los cimientos de las antiguas prisiones del castillo. El arquitecto pudo entregar el proyecto con tanta prontitud debido a que había analizado el tema de la construcción de un teatro durante más de dos décadas. Su concepción se remonta declaradamente a los teatros romanos descritos por Vitruvio: una cavea escalonada en curva, adosada a un gran complejo escénico compuesto por un escenario rectangular y de un majestuoso proscenio, horadado por siete lunetas (que representan las siete vías de Tebas) del decorado permanente, proyectada por Vincenzo Scamazzi. También encuentra inspiración en las construcciones romanas de época imperial la decoración arquitectónica, especialmente la del proscenio. Para el escenario concibió un “scenae frons”, una fachada monumental del fondo del escenario, en madera, que presentaba una extremada complejidad compositiva con tres niveles fuertemente diferenciados entre sí. El nivel inferior se define con el motivo ampliado de un arco de triunfo: a derecha e izquierda del mismo, respectivamente, columnas libres antepuestas a pilastras conforman tres crujías, de las cuales la central está abierta por el vano de una puerta rectangular, mientras que los laterales albergan tabernáculos enmarcados por pilastras menores y un frontón. El centro de este “scenae frons” lo compone, también apoyado sobre columnas libres, un arco de medio punto que se prolonga marcadamente en el nivel intermedio siguiente, de menor altura y, al mismo tiempo, guardando la proporción, de menor relieve plástico. La cornisa que remata este nivel repite, aunque a menor escala y acorde a la reducción de altura del piso, el perfilado del entablamento dispuesto entre dicho nivel y el inferior. El coronamiento superior del conjunto, reducido nuevamente en altura y relieve plástico, consiste en una especie de ático con crujías definidas por pilastras.
SIGUE
De abajo hacia arriba, se observa entonces un “diminuendo” en las proporciones y en el relieve plástico del muro. Considerando las obras precedentes de Palladio, huelga decir que, en la riqueza de variación, todos los detalles guardan una relación y están integrados entre sí. No obstante, hasta entonces Palladio nunca había definido ejes compositivos horizontales y verticales con una trama tan diferenciada y densa de elementos en interrelación.
Entre el frente del escenario y la sala de espectadores se generan claras fuerzas de contraste. Las gradas del auditorio elevan su pendiente a partir del semicírculo de la “orquesta” en torno al que están dispuestas. Al fondo, están delimitadas por una columnata de orden corintio que incluye intercolumnios ciegos y abiertos. sobre la balaustrada de coronamiento de esta columnata, se alza otro nivel de figuras de estuco que sirven de transición hacia el “cielo” del techo de la sala de espectadores. Se desconocen las características del techo planeado originalmente. La solución actual, un techo plano con un celaje pintado, data de 1914. Sin embargo, es probable que ésta se aproxime a los planos del siglo XVI, ya que la intención era, sin duda, lograr la ilusión de un espacio abierto hacia arriba.
Palladio no pudo ver concluido el Teatro Olímpico en vida. El 6 de mayo de 1584, se firmó un contrato con Vicenzo Scamozzi quien sometió el proyecto original a una serie de modificaciones. Alzó muros laterales entre la sala de espectadores y el proscenio, convirtiéndo éste último en un escenario cerrado. Así, Scamozzi dividió en dos lo que Palladio había concebido probablemente como unidad de proscenio y auditorio, alterando profundamente la apariencia general de la fachada del escenario. Creó vistas urbanas con ingeniosos efectos de perspectiva ilusoria a través de los vanos del “scenae frons” y, elevando la pendiente del suelo y estrechando paulatinamente las calles hacia sus puntos de fuga, logró restar materialidad al muro del escenario que, más allá de su riqueza compositiva, presenta un carácter monolítico.
El teatro fue inaugurado en la noche del Carnaval del 3 de marzo de 1585 con una representación de la tragedia Edipo Rey de Sófocles. La fama del nuevo teatro se propagó rápidamente: primero en Venecia (donde los Jesuitas habían conseguido que se prohibieran las representaciones de cómicos, tolerando únicamente espectáculos de aficionados) y después en toda Italia. En julio del mismo año se organizó en el teatro un espectáculo en honor de unos príncipes japoneses de paso por la ciudad (el episodio está representado en un recuadro del antiodeo). Después, a pesar de unos comienzos tan prometedores, la actividad del Olímpico fue paralizada por la censura antiteatral impuesta por la Contrarreforma y al cabo de pocos años el teatro pasó de ser un lugar de espectáculos a simple lugar de representación y protocolo. Allí fueron recibidos el papa Pío VI en 1782; Napoleón en 1807, el emperador de Austria Francisco I en 1816; y su heredero Fernando I, en 1838. A mediados del siglo XIX volvieron al teatro, de manera discontínua, las representaciones clásicas; pero fue necesario esperar a la última posguerra para que se organizasen espectáculos de manera regular.
Gracias por haber llegado hasta aquí. Quiero dejaros, como regalo, la Symphonies Nos 1 & 2 de Spohr de la que os pongo una muestra:
song: Scherzo Allegro