Un reportaje de José Luis Barbería en El País titulado Inyección farmacéutica no tiene desperdicio. Trata sobre el pelotazo que trata de dar el laboratorio Sanofi Pasteur Merck, Sharp & Dohme (MSD) con su vacuna de la varicela. En él se narran presiones al estilo mafia sobre altos funcionarios sanitarios públicos y perversos y decisivos conflictos de interés.
Barbería contactó conmigo para que le ayudara con el tema. Le conté que el laboratorio, enfadado porque el Ministerio de Sanidad ha hecho bien los deberes y ante el uso irracional de la vacuna de la varicela en España la ha dejado sólo para uso hospitalario, está moviendo a todos sus peones en una campaña de lobby sin precedentes para sortear esa decisión.
Los conflictos de interés son un cáncer para la medicina y los sistemas sanitarios. Es una de las estrategias que emplean las industrias para controlar buena parte de las decisiones que hoy se toman en este ámbito (y en tantos otros).
El médico crítico Javier Padilla lo explica muy bien en su post Conflictos de interés y vacunas: El País y la AEV. Resultan patéticas las respuestas que da Fernando Moraga Llop, vicepresidente primero de la Asociación Española de Vacunología al periodista en ese reportaje:
—¿Se siente presionado por la industria?
—En absoluto. Llevo mucho tiempo organizando congresos de vacunas. Nosotros decidimos los temas y los ponentes. Hombre, otra cosa es que yo me dirija a un laboratorio y le proponga que nos aporten la intervención de una persona que pueda explicarnos esto o aquello y ellos me lo indiquen.
—¿Su asociación está financiada en más de un 90% por las compañías?
—No sé si ese porcentaje…
—¿De qué presupuesto anual disponen?
—No lo sé ahora mismo. Tendría que hablar con el tesorero.
—Pero las empresas del sector financian sus actividades…
—La ayuda de la industria funciona desde siempre. Si eres médico de hospital y quieres ir a un congreso, quien te paga el viaje y la estancia no es el hospital, sino las empresas, pero a mí ningún laboratorio me ha presionado para decir una falsedad.
—¿No es muy cara Varivax?
—Lo de mucho o poco es relativo. El Ministerio de Sanidad debería reunirse con la industria para obtener precios razonables.
—¿Y por qué cree que el ministerio ha optado por bloquear la venta de la vacuna?
—No actúa con criterios científicos.
—Les acusan de marginar a los científicos críticos con determinadas vacunas…
—No iré a un congreso si hay gente que no habla bajo la evidencia científica.
Sólo hay que ver quienes muestran como patrocinadores en la web de dicha asociación para entender tan surrealistas y evasivas respuestas, los principales fabricantes de vacunas incluido el de la varicela.
Y si la estrategia de los conflictos de interés es clave, qué me decís de las presiones tipo mafia (llamarlo lobby es demasiado fino) que denuncia uno de los altos funcionarios de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), Francisco Salmerón García, jefe de la división de productos biológicos y biotecnología. En el “todo tipo de recursos” empleados por Sanofi Pasteur MSD para conseguir que la administración diera marcha atrás en su decisión de proteger la salud ciudadana, incluye el envío de cartas personales amenazantes:
Me advirtieron que me perseguirían por las vías penal y administrativa disciplinaria si la agencia oficial no rectificaba la decisión de bloquear la venta de la vacuna de la varicela en las farmacias”.
Salmerón no es un activista “antivacunas”, ni mucho menos, también “tiene un pasado” y como él sabe, las ha hecho gordas. En esta caso ha estado valiente, no tanto en el caso de la vacuna del papiloma, una de cuyas marcas, Gardasil, también está fabricada por Sanofi Pasteur MSD con quien se muestra más diligente cuando existen motivos para no serlo con dicha vacuna.
Recuerdo que en el libro de reciente publicación Qué pasó con la gripe A, su autor, José Martínez Olmos, director general de Sanidad durante muchos años con el PSOE en el Gobierno, narra que a la hora de comprar las vacunas contra la gripe A también tuvieron un fuerte encontronazo con uno de los laboratorios fabricantes. Como explico en esta interesante entrevista que me hizo hace unos días Virginia Uzal titulada “Las epidemias son un negocio impulsado por la OMS” en Público:
Los principales clientes de la industria farmacéutica son los estados. Por lo que los cambios sólo podría hacerlos un gobierno independiente que consiga anteponer los beneficios de los ciudadanos a los de las farmacéuticas, acabar con las puertas giratorias y poner coto al lobby [y a los conflictos de interés perversos]. Un gobierno con la voluntad política de terminar con la corrupción, también en el campo de la salud”.