• Masajear con las yemas de los dedos, siguiendo la dirección de las redes nerviosas, suavemente, aumentando o disminuyendo el ritmo. Con estos masajes se mejora la circulación linfática y alivian tensiones. Son inocuos y son notables sus efectos relajantes. Pueden aplicarse en la cabeza, en la clavícula, en el esternón, en las costillas, en el pubis, en el ombligo, en la palma de las manos y en la columna vertebral.
• Masajear apoyando el borde interno de la mano y los dedos sobre una zona dolorida. Sirve para aliviar dolores físicos y eliminar tensiones. Con esta posición movemos la mano en sentido vertical para masajear la espalda, el pecho, el abdomen y los miembros. Si masajeamos el abdomen y los lados del cuerpo trazamos círculos. Para masajear la cabeza y el cuello utilizamos suaves empujes contra la piel.
• Masajear con la palma de la mano, el talón o la punta de los dedos aquellas zonas con acumulación de líquidos (edemas) y congestiones sanguíneas.
El masajista y el paciente empiezan la sesión sin lentillas, sin joyas ni otros objetos metálicos. No se pueden masajear zonas infectadas, fracturadas, sobre varices o cicatrices recientes ni sobre la piel con moratones, heridas o agrietadas.
Hay que evitar los masajes durante el embarazo, durante la menstruación y los días anteriores a esta.
No siempre necesitamos masajista; nosotros mismos podemos masajear las zonas que estén a nuestro alcance.