EN UN PÁRRAFO....- Caca-pedo-culo-pis: combinación de cuatro palabras a la que, si se añade algún otro vocablo más de índole similar (aunque algo más subidillo de tono...), se encomienda esto que no deja de ser una variante (pretendidamente) gamberra de la comedia romántica, y pelín ñoña, de toda la vida, en la que la introducción de un tercer elemento que juega, a nivel de estructura argumental, un papel de distorsión y distracción que lo convierte en polo máximo de atención (no en balde el osito Ted es la auténtica estrella de la función...), constituye una premisa narrativa de cierto interés que muy pronto se revela de un potencial muy limitado: al final, el pelo que se revela más significativo no es el que recubre al osito, sino el que se le toma, de manera descarada, al espectador que espera un producto con más vitriolo. Jugar la carta de la provocación con el freno de mano apretado suele dar lugar a este tipo de resultados; se amplia el espectro de público potencial, pero la capacidad de impacto de la cinta se resiente. Otra vez será...
EN SU HABER.- Lo conseguido del contraste entre la apariencia tiernamente angelical del osito Ted (un peluche de catálogo, vaya...) y lo disoluto de sus hábitos expresivos y de vida; vía que, como premisa de arranque, y en su planteamiento inicial, es tremendamente prometedora (claro, que lleno está el mundo de promesas quebradas...).
EN SU DEBE.- 1, que, en el fondo, y visto lo visto en su resolución argumental, hayamos de terminar concluyendo que los exabruptos y salidas de tono del osito son mera pose, y que, tras ese barniz superficial de provocación e incorrección política, lo que hay es eso, un peluche (y no solo en el sentido literal del término); y 2, esa horrenda costumbre (no por extendida, menos execrable) de introducir, vía doblaje, 'morcillas adaptativas' (léase, alusiones y menciones a personajes y expresiones del famoseo y marujeo nacional) con las que ganarse unas risas complementarias (y que no tienen nada que ver con la voluntad e intención de los implicados en la cinta, aunque a éstos, supongo, tal circunstancia les debe traer absolutamente sin cuidado).
UNA SECUENCIA.- La fiesta organizada por Ted con la presencia de Sam J. Jones (el protagonista de Flash Gordon) como máximo señuelo con el que engatusar a su colega John: el desmadre que se organiza y la pelea con que culmina son una buena muestra de lo que podría haber dado de sí la cinta, moviéndose en el tono humorístico con el que se maneja, con una mayor propensión al desmelene. Cámara en movimiento espídico y mamporros a diestro y siniestro: no hay, en última instancia, más carga de fondo que en el resto del film, pero algo de ritmo sí que se le imprime...
CALIFICACIÓN: 4 / 10.-