Ya lo decía hace unos años Álvaro González Alorda en su libro "The talking manager": para solucionar un problema, necesitas una conversación (no un email). Y esta semana, nos llega la confirmación científica, tal y como cuentan en este reportaje de Retina.La clave de todo está en un reciente artículo publicado en Journal of Experimental Social Psychology titulado "Ask in person: You're less persuasive than you think over email". Un grupo de estudiantes debía pasar una encuesta al mismo número de personas por correo electrónico y en persona, y la tasa de respuesta en el caso de las peticiones en persona fue 34 veces mayor. Curiosamente, los estudiantes pensaron que la tasa sería mayor en la petición por correo electrónico.La sencillez y el hecho de ser la herramienta de comunicación más utilizada hace que las personas confíen en exceso en la efectividad del correo electrónico. Su potencia además se asocia a la posibilidad de evitar el contacto con desconocidos, ya que la timidez o la dificultad para establecer contactos sociales con otras personas puede incrementar la confianza en una herramienta con la que nos sentimos más seguros (o menos expuestos). Por eso la verborrea online muchas veces no se transforma en un comportamiento similar cuando hablamos en persona.Además, no podemos obviar el valor de la comunicación no verbal a la hora de la interacción cara a cara, respaldada por este artículo del año 2001 sobre el valor de la sonrisa a la hora de valorar la confianza de la persona que tenemos delante. Este tipo de señales, como la sonrisa, son casi imposibles de conseguir mediante el uso de herramientas electrónicas, salvo que haya una relación previa. Tenemos claro que la evidencia apoya la conversación frente al email, pero ¿qué ocurre cuando tenemos que enviar un aviso a un grupo? ¿es mayor la efectividad de una reunión para transmitir este tipo de información? ¿o cambiamos reunión por email?