Tener un perímetro de cintura superior a 88 cm en mujeres y 102 cm en hombres duplica el riesgo de padecer diabetes

Por Fat
Las enfermedades cardiovasculares suponen la principal causa de muerte en España. Los hábitos y estilos de vida ‘occidentales’ se han implicado en la génesis de este problema. La dieta es uno de los condicionantes fundamentales de este tipo de patologías, siendo el alto contenido en grasas saturadas, azúcares refinados y la escasez de productos frescos, como frutas o verduras, patrones dietéticos muy frecuentes, y no precisamente saludables, en nuestra sociedad actual. De hecho, según los expertos, tener un perímetro de cintura superior a 88 cm en mujeres y a 102 cm en hombres duplica el riesgo de padecer diabetes, mientras que la obesidad abdominal, que padecen el 35% de los españoles, multiplica por dos el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.
Los hábitos alimenticios “se muestran cruciales a la hora de corregir o ayudar a controlar los componentes y factores de riesgo cardiovascular”, señala Helena Saracho, nutricionista en la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición del Hospital Virgen de la Victoria, en Málaga. Esta experta participa estos días en el 10º Curso Teórico de la Sociedad Española de Rehabilitación Cardiorrespiratoria (SORECAR), que se celebra los días 27 y 28 de enero en la capital malacitana.
Así, la conocida como dieta mediterránea se puede considerar “el prototipo de dieta en la prevención de enfermedades cardiovasculares, aunque es difícil llevarla a la práctica correctamente”, apunta Saracho. No en vano, en los últimos años, la dieta habitual de los países mediterráneos se ha modificado notablemente, debido principalmente al cambio en los estilos de vida y a las grandes presiones comerciales que lleva implícita la globalización. Esto ha producido un notable cambio en los patrones alimenticios, con una elevada ingesta de alimentos de origen animal (carnes, productos lácteos), y un consumo más bien bajo de alimentos vegetales (frutas, hortaliza, cereales y frutos secos). Todo ello acompañado, además, con una fuerte inclusión de alimentos preparados (precocinados, snacks, comida rápida, etc.). “Este patrón desequilibrado es contrario a la dieta mediterránea, teniendo efectos adversos para la salud cardiovascular”.
La falta del tiempo y del conocimiento culinario que requiere la elaboración de platos caseros con ingredientes frescos y perecederos son los principales hándicaps con los que cuenta la dieta mediterránea. A esto se une la dificultad de consumir productos autóctonos y de temporada, en el caso de frutas y verduras, y el predominio en la ingesta de carne frente al pescado por su fuerte tradición y fácil preparación, así como el “fácil acceso de la población a un amplio surtido de productos ricos en azúcares refinados, grasas saturadas y grasas trans, como son los snacks, bollería industrial y los precocinados”, indica la nutricionista.
-Rehabilitación nutricional
Insertada dentro de los programas de rehabilitación cardíaca, la rehabilitación nutricional tiene como objetivo corregir o crear hábitos nutricionales cardiosaludables. “Conocer los hábitos nutricionales de cada paciente es clave para planificar las modificaciones en la dieta que permitirán conseguir objetivos según patologías (diabetes, obesidad, dispilemia, etc.), siempre con el apoyo de las sesiones y talleres grupales”, afirma Helena Saracho.
Dentro de la intervención nutricional, los especialistas en Endocrinología y Nutrición, coordinados en Málaga por el Dr. García Almeida, manejan una serie de indicadores que les permiten abordar de manera eficiente los problemas individuales de cada paciente. Así, registran una valoración nutricional del registro de la ingesta de los pacientes, anotando todo lo que éstos ingieren durante tres días con el mayor detalle posible. También se registra el peso, el Índice de Masa Corporal, el perímetro de cintura, el perímetro braquial y se realiza un análisis de la composición corporal (agua corporal total, masa magra y masa grasa).
Con todos estos datos, los especialistas en nutrición planifican una serie de objetivos terapéuticos en base al cálculo de sus necesidades y su gasto energético, mediante la valoración de su actividad física antes, durante y después de la rehabilitación.