¿Tengo ansiedad?

Publicado el 14 mayo 2013 por Dshopping @d_Shopping_net

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Artículo de la Lic. en Psicología Valeria Reyno
¿Qué es? La ansiedad es un componente normal y habitual en la vida psíquica de toda persona.  Sucede cuando se activa nuestro ‘sistema de alarma’ permitiéndonos anticipar peligros, detectar amenazas y activar conductas destinadas a enfrentar o escapar de estas situaciones. En este sentido, la ansiedad (y su contra cara, la depresión) son ‘movimientos’ que hacen posible que seamos capaces de responder/reaccionar y adaptarnos a las distintas situaciones de la vida.  Nuestra respuesta puede ser de índole motora (ej. estar inquietos, correr), fisiológica (ej. sudor, taquicardia, la boca seca, ganas de orinar), psíquica (ej. dudas, inseguridad). Esto sucede porque la ansiedad tiene lugar cuando se ‘excita’ nuestro sistema nervioso. 

Mitos sobre la ansiedad “Tener ansiedad es siempre negativo”, “No debería experimentar ansiedad” No es cierto! En situaciones de peligro es deseable experimentar ansiedad, no tener ansiedad pondría en riesgo nuestra salud, incluso nuestra vida.  “Cuando siento ansiedad es incontrolable”, “No podré soportarla” No necesariamente. Existen técnicas de relajación y de autocontrol (en casos en que sea necesario e indicado por psiquiatra, también se puede recurrir a la medicación) que permiten atenuar los síntomas de la ansiedad.  “Cuando me viene la ansiedad cada vez es peor”, “Siento que aumenta hasta que me va a dar algo” No es verdad que la ansiedad siempre va en aumento, ya que la ansiedad en el correr del tiempo varía según lo que conocemos como ‘curva de ansiedad’. La curva de ansiedad muestra que alrededor de los 10 minutos la ansiedad alcanza su punto más alto y luego comienza descender su intensidad.  ¿Cuándo se vuelve un problema? Si la ansiedad sobrepasa determinados límites se vuelve un problema de salud. Se vuelve un estado psíquico de nerviosismo, de intranquilidad, que resulta desagradable.  En lugar de presentarse ante peligros reales que suelen ser poco frecuentes, tiene lugar habitualmente ante peligros no reales (es decir, la respuesta es desproporcionada al estímulo, ya que ese estímulo no debería ser problemático). En lugar de tener una intensidad leve y una duración limitada, la ansiedad patológica es prolongada y con una intensidad alta, provocando un grado de sufrimiento alto y duradero.  Mientras que la ansiedad adaptativa normal no interfiere en la vida cotidiana, la ansiedad patológica obstaculiza las actividades sociales (ej. no querer ir a eventos), laborales (ej. dolores de cabeza frecuentes), o intelectuales (ej. no poder concentrarse).  ¿Cómo funciona? Ante una situación que se nos presenta (ej. un examen) realizamos una primera evaluación para determinar si es: 1) irrelevante, 2) positiva, ó 3) estresante. Claro está, que esto depende de cada uno de nosotros.  Si la situación nos resulta irrelevante, se mantiene el estado anterior: ‘nada’ nos sucede.  Si evaluamos la situación como positiva, nos sentimos estimulados.  Si consideramos dicha situación como estresante, procedemos a una segunda evaluación. Esta nueva evaluación consiste en estimar nuestros recursos personales para saber si podremos hacerle frente. Si consideramos que tenemos los recursos, la situación estresante se nos plantea como un desafío al cual podemos enfrentarnos/aventurarnos.  Si evaluamos que no tenemos los recursos y que no podremos con la situación, la reacción emocional es de tipo depresiva: nos damos por vencidos, nos frustramos (en el ejemplo, podríamos pensar “para qué voy a hacer el examen, seguro lo pierdo, ni me presento”). 

Pero, si no conseguimos descifrar si podremos ó no enfrentarnos y resolver la situación, esta se vuelve una amenaza y lo que experimento es ansiedad. La ansiedad será proporcional al grado de incertidumbre, es decir, cuantas más dudas tengamos, mayor será la ansiedad. Lo que sucede es que evitamos, nos escapamos, nos inhibimos o colapsamos ante la situación-amenaza (en nuestro caso, ante el examen nos quedamos en blanco, o nos sentimos mal del estómago por ejemplo).

Debemos aclarar que estas evaluaciones ocurren sin que nos demos cuenta. ¿Qué hago? Si estás experimentando situaciones en las que te bloqueas, te ‘descomponés’ o tenés malestares sin explicación médica (ej. ganas de vomitar, gastritis, mareos, dolores de cabeza, taquicardia, sudoración), no podés parar de comerte las uñas o chirrias los dientes mientras dormís, o tenés la necesidad de evitar o escapar de situaciones que para otros resultan placenteras porque te resultan desagradables (ej. reuniones, exámenes, hablar en público, ascensores, viajar en avión, mudanzas), ¡sería bueno que consultes! En terapias breves podés conocer qué es lo que te está pasando y aprender a detectar qué situaciones te generan problemas y cómo lidiar con ello.  Toda ‘crisis’ lleva consigo una oportunidad.   ¡¿De qué?! De conocernos, de entendernos y, sobre todo, de aprender.  Todo síntoma, como puede ser la ansiedad patológica, nos demanda mirarnos y preguntarnos “¿qué me está pasando?” Es saludable generarnos este espacio, poder parar y pensar que modificaciones debemos hacer para vivir mejor.




Post colaborador a cargo de: Lic. en Psicología Valeria Reyno Psicóloga clínica de niños, adolescentes y adultos jóvenes, tanto en diagnóstico como psicoterapia. Tel. de contacto: 094 162353

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¿Tengo ansiedad?

Autor:

Maria Zipitria