Tequeños

Por Mavele

Esta entrada se sale un poco de lo que acostumbro a compartir en El gato goloso, básicamente porque se trata de una preparación salada en vez de una de las acostumbradas coloridas y empalagosas que encontrarán en el resto de mi blog.
La razón por la que lo hago es para complacer la petición de una paisana alejada de su terruño que se encuentra literalmente al otro lado del mundo (Australia) extrañando un pasapalo típico de aquí. Y es que la vida para los venezolanos practicamente no existe sin arepas, cachapas o tequeños.
Los tequeños no son más que palitos de queso blanco semi-duro envueltos en una masa de harina de trigo, fritos hasta dorarse. Al morderlos nos encontramos con una cubierta crujiente y un delicioso queso medianamente salado (mucho más que el mozarella) que se estira como una goma y que hace las delicias de grandes y pequeños.


No existe fiesta, celebración o matrimonio donde no los sirvan como pasapalo, simplemente sería inconcebible y no cabe en la cabeza de nadie que alguien pretendiera hacer cualquier tipo de celebración sin ofrecer estas delicateses, sencillas si, pero que llevamos profundamente arraigadas desde nuestra mas tierna infancia. Y creo que la razón por la que sentimos tanto cariño hacia ellos es porque inconscientemente los asociamos a momentos de alegría, de celebración y fiesta, nos recuerdan esos momentos felices con familiares y amigos, por eso nuestra relación con los tequeños es más profunda de lo que muchos pudieran imaginar proviniendo de una cosa tan básica como masa y queso.

Lo cierto es que todos tenemos historias asociadas a los tequeños, desde las burlas hacia aquellos que, al ofrecerles la bandeja, no pueden tomar solo uno y se guardan dos o tres en los bolsillos, envueltos en una servilletica  para "comerlos más tarde", hasta historias como la que tuve oportunidad de presenciar en un matrimonio reciente donde hubo retraso con el suministro de comida y lo único que había, hasta ese momento, para ofrecer a los invitados era tequeños:
Los niños literalmente hacían emboscadas al mesonero  cargado con su bandeja de tequeños al salir de la cocina antes de que éste llegara a las mesas de los invitados  arrebatandole todos los tequeños, ante lo cual el mesonero debía volver una y otra vez a la cocina a buscar más sin haber llegado a ofrecer un solo tequeño a los adultos que nos encontrábamos muertos de hambre sentados en las mesas correspondientes viendo con envidia como los mounstricos devoraban nuestros pasapalos.

Aquel pobre mesonero consiguió la manera de burlar un par de veces a los niños saliendo por la puerta trasera de la cocina hasta alcanzar algunas mesas del otro lado del salón de fiestas (donde por su puesto yo no me encontraba) hasta que los niños dieron con el fulano para asaltarlo nuevamente. Solo puedo decir que comí un solo tequeño esa noche y fue gracias a una amiga que siendo del tamaño de un niño de 10 años decidió unirse a éstos y emboscar al mesonero trayendo con ella unos 4 tequeños (uno para cada uno). Algunos pensarán que fue una falta de glamour, pero da una idea de lo que alguien con hambre es capaz de hacer por obtener una de estas pequeñas delicias.
Así que para Thais, que se encuentra lejos de casa extrañando a su tierra, a sus amigos y sus familiares le dejo esta receta.
Ingredientes:
Queso blanco llanero, palmizulia o palmita (o cualquier queso semi-duro, medianamente salado y que se derrita*)
2 tazas de harina de trigo todo uso (no leudante)
35 g de mantequilla sin sal a temperatura fresca (20 oC)
1/2 taza de agua
1 cdita. de sal
1 cdita de azúcar
1 cdita de levadura en polvo instantánea
Aceite suficiente para freír
* En caso extremo puede utilizarse queso mozarella con una pizca de sal, aunque según entiendo, los quesos venezolanos ya se puede conseguir en España y tal vez Francia e Italia.
Instrucciones:
Cortar el queso en palitos de 1x1x5 cm (deben quedar como rectángulos de 1 cm de espesor por lado)
Mezclar todos los ingredientes menos la mantequilla y unir con una espátula de plástico o con las manos hasta que la masa comience a compactarse y se despegue de las manos.
Poco a poco ir añadiendo porciones de la mantequilla mientras se amasa, incorporar por completo la mantequilla antes de añadir la siguiente porción.
Amasar por 10 minutos o hasta que se haya incorporado por completo la mantequilla y la masa se torne suave y elástica.
Colocar la masa en un recipiente ligeramente aceitado, tapar con plástico adherente y dejar enfriar en el refrigerador por espacio de 30 minutos.
Una vez transcurridos los 30 minutos, estirar la masa con un rodillo (o una botella) hasta que alcance un espesor bien delgado (3 a 4 mm)
Cortar la masa en tiras de 3 cm de ancho por 20 cm de largo aproximadamente, enrollar la masa alrededor de los trozos de queso comenzando desde un extremos en forma de espiral y sellando bien los extremos para que el queso no se salga.
Freír en abundante aceite caliente hasta que doren, retirar del aceite y colocar sobre papel absorvente para eliminar el exceso de grasa.
Servir calientes y disfrutar compartiendo con amigos, familiares, el vecino o incluso el perro.
Los tequeños pueden congelarse crudos, para ello colocarlos sobre una bandeja forrada con papel encerado procurando que no se toquen, cubrir con plástico adherente y congelar hasta por 1 mes. Para prepararlos solo basta con descongelarlos 1 hora antes y pasarlos luego por harina (la harina absorverá el agua condensada en los tequeños evitando que salpiquen al freirlos), calentar aceite  y freír.
Da para 50 tequeños (que siempre se acaban antes de lo que uno quisiera)