- ...
- Un día mi novio volvió del trabajo y como siempre, se metió en la ducha. Yo estaba en el salón, y vi su móvil encima de la mesa y me puse a jugar
- ¿A jugar?
- Bueno, a mirar los mensajes. Y encontré unos a una chica, bastante...
- ...
- Cariñosos. Él negó todo. Bueno, no negó los mensajes, me contó una historia de que eran de un amigo, que usaba el móvil.
- ¿Y tú acostumbrabas a hacer...?
- No, nunca. Nunca. (Se queda en silencio). Ya sé lo que me va a decir: que si nunca lo hacía por qué lo hice, que tendría alguna sospecha.
- Lo has dicho tú...
- Sí, claro. Desde entonces discutimos, pensé irme de casa, pero... Y no me apetece hacer el amor...y no me lo quito de la cabeza. Mi amiga, la que me dijo que viniera, me dijo que por qué no hacíamos terapia de pareja...
- ¿Y tú qué dices?
- ¿Para qué? Si yo ya le digo todo lo que pienso, no me corto. Le insulto, le digo que lo rompió todo.
- Pero no sabes lo que él tiene para decir...
- Lo que pasa es que empecé a pensar en hacerle lo mismo. Porque claro, hasta ahora, yo no había pensado nunca qué él pudiera estar con otra. Y yo tampoco.
- ¿Y ahora?
- Es que hay un chico en el trabajo que siempre me dice tonterías. Yo creía que lo eran, porque sabe que tengo pareja. Pero lo empecé a mirar...
- ¿Qué temes?
- No sé. No sé si lo quiero arreglar, si quiero...
- Si serías capaz.
- Eso.
- ¿Eso?
- Que ahora sólo pienso en estar con ese chico. Y claro, supongo que si hacemos terapia los dos... tendría que decirlo.
- Bueno, vemos.