Tercero y último reto

Por Anrimi @Cartagen1Mirian
http://www.imagenesydibujos.com/2009/10/halloween_27.html
El cual es escribir un relato con un máximo de 666 palabras y escoger una de las imágenes publicadas en el blog ACOMPÁÑAME.
Del blog:http://tamaravillanueva.blogspot.com.es/2013/10/reto-2-de-halloween.htmlMe gustó el efecto de las bailarinas.
Leyenda ecuatoriana muy antiguaMARÍA ANGULATomada del blog:http://pachamama.all.ec/557.htmlTexto reducido a las 666 palabras que exige el reto.

María Angula era una niña alegre y vivaracha, le encantaban los chismes y se divertía llevando cuentos entre sus amigo para enemistarlos. Así, María Angula creció dedicada a fabricar líos con la vida de los vecinos, y nunca se dio tiempo para aprender a  cocinar. Cuando María Angula se casó, empezaron sus problemas. El primer día Manuel, su marido, le pidió que preparara una sopa de pan con menudencias y María Angula no sabía cómo hacerla.
Quemándose las manos con la mecha de manteca y sebo, encendió el carbón y puso sobre él la olla sopera con un poco de agua, sal y color, pero hasta ahí llegó: ¡no sabía qué más hacer! María recordó entonces que en la casa vecina vivía doña Mercedes, una excelente cocinera y sin pensarlo  corrió hacia ella.
Vecinita, ¿usted sabe preparar la sopa de pan con menudencias?
Claro, doña María. Verá, se arrojan dos panes en una taza de leche, luego se los pone en el caldo, y antes de que éste hierva, se le añaden las menudencias.
¿Así no más se hace?
Sí, vecina.
Ahh, -dijo María Angula-, si así no más se hace la sopa de pan con menudencias, yo también sabía.
Como esto sucedía todas las mañanas, la señora Mercedes se puso molesta. Por eso, quiso darle una lección y, al otro día…
Doña Merceditas…
¿Qué se le ofrece, señora María?
Nada, Michita, mi marido desea para la merienda un caldo de tripas con “puzún” y yo…Umm, eso es refácil, le dijo, y antes de que María Angula la interrumpiese, continuó:Verá, se va al cementerio llevando un cuchillo bien afilado. Después espera que llegue el último muerto del día y, sin que nadie la vea, la saca las tripas y el “puzún”. En su casa, los lava y luego los cocina con agua, sal y cebollas y, cuando el caldo haya hervido por unos diez minutos, aumenta un poco de maní… y ya está. Ahh, dijo como siempre María Angula- si así no más se hace el caldo de tripas con “punzún”, yo también sabía.Y en un santiamén, estuvo en el cementerio esperando a que llegara el muerto más fresquito. Cuando el panteón quedó solitario, se dirigió sigilosamente hacia la tumba escogida. Quitó la tierra que cubría al ataúd, levantó la tapa y… ¡allí estaba el semblante pavoroso difunto! Quiso huir, más el mismo miedo la detuvo. Temblorosa, tomó el cuchillo y lo clavó una, dos, tres veces sobre el vientre del finado y con desesperación le despojó sus tripas y “punzún”. Entonces, corriendo regresó a su casa. Luego de recobrar su calma, preparó esa merienda macabra que, sin saberlo, su marido comió lamiéndose los dedos.
Esa misma noche, entre tanto María Angula y su esposo dormían, en los alrededores se escucharon aullidos lastimeros. María Angula despertó sobresaltada. El viento chirriaba misteriosamente en las ventanas, balanceándolas, mientras afuera, los ruidos fabricaban sus espantos. De pronto, por las escaleras, María Angula oyó el crujir de unos pasos que subían pesadamente hacia su cuarto. Era un caminar trabajoso y retumbante que se detuvo frente a su puerta. Pasó un minuto eterno de silencio, María Angula vio el resplandor fosforescente de un hombre fantasmal. Un grito cavernoso y prolongado la paralizó.
¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura!

María Angula se incorporó horrorizada y, con el miedo saliéndole por los ojos, contempló como la puerta se abría empujada por esa figura luminosa y descarnada. María Angula se quedó sin voz. Ahí, frente a ella, estaba el difunto que avanzaba mostrándole su mueca rígida y su vientre ahuecado:
Aterrada, para no verlo, se escondió bajo las cobijas, pero en instantes sintió que unas manos frías y huesudas la tomaban por sus piernas y la arrastraban, gritando:
¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura!
Cuando Manuel despertó, no encontró a su esposa, y aunque la buscó por todas partes, jamás supo de ella.
FINEspero que les guste, es uno de los cuentos de miedo más conocido en mi país.