Queridos amigos, comienzo esta entrada con un pedacito de la canción de "Alaska y Los Pegamoides", que me viene que ni al pelo, para hablaros hoy de las buenas maneras en el supermercado. Sí, ése lugar donde entre latas de sardinas y cajas de galletones, la gente a veces pierde el norte y la decencia en un ánimo desenfrenado de... ¿sobrevivir? Ese habitáculo más o menos grande, en el que, entre alcachofas y pilas alcalinas, las leyes habituales de la Física no funcionan: las "cajas rápidas" son las más lentas y las que parecen que echan a andar, se detienen en cuanto nos incorporamos a ellas.
Viñeta ad hoc de Mauro Entrialgo, http://www.mauroentrialgo.com/.
Ese espacio diáfano en el que, entre champús y croquetas congeladas, ya no te dan una bolsa para llevar tu compra bajo el pretexto de salvar el planeta pero te la venden para que, no sólo no lo salves, sino que te arruines.
Leed, leed, que lo que os relato tiene sustancia, eso sí, libre de aditivos, conservantes y colorantes.
Vida sana, ¡qué aburrimiento!
Y vamos pues con Quince Mandamientos básicos para desenvolvernos en este tipo de establecimientos. No os niego que se le pueden añadir muchos más pero el espacio y el tiempo, tanto el vuestro como el mío, son limitados. Así que no me demoro, ¡a por el primero! ¡Ole, ole y ole!
1. No tapones con tu carrito, cesta o cochecito de niño, el único acceso por donde yo puedo pasar.
Si el pasillo es estrecho, no te hagas el loco/a y no me hagas desandar lo andado para dar un rodeo por otro pasillo y poder llegar justo a donde estás tú. Ten consideración que sé que me has visto perfectamente. Y si pido perdón acompañado de un por favor para que te apartes, no me mires con cara de pepino deportado, como si te hubiera pedido que me entregaras a tu primogénito para sacrificarlo, ¡qué no es para tanto!
Mantequilla, nata, quesos... por aquí ya vamos mejor.
2. Si ves a alguien con dificultades para leer una etiqueta o para coger algo que está alto, ayúdale.
Aunque no recibamos un sueldo de la cadena de supermercados, no nos pasa nada por ayudar a alguien "en apuros". Daos cuenta de que la vista cansada nos afectará a casi todos tarde o temprano y si no queremos sorpresas kármicas, lo mejor es ir ayudando ya.Si somos nosotros los que recibimos la ayuda, no nos olvidemos de dar las gracias. Eso sí, ¡cuidado con hacer muchas migas! Me explico. Una encantadora ancianita me pide que, por favor, le mire un precio. Amablemente se lo leo y caigo en la trampa con todo el artesonado. ¡Ya no me deja escapar! Me habla de su familia, de lo que usan, de lo que no usan, de lo bueno que es lo natural, de lo que debería usar para mi piel, para mi pelo... Yo voy dando pasos hacia atrás procurando la separación de cuerpos, pero ella soluciona esta circunstancia adversa alzando más la voz. ¡No hay posibilidad de huida! Claudico y saco un pañuelo blanco del bolso en señal de rendición. Señora, soy toda suya. Me estaba usted contando que su tatarabuela usaba para la piel... ¿qué tipo de jabón?
Los famosos tonos flúor que tanto están de moda.
3. Si preguntamos algo a algún empleado del supermercado, siempre hay que hacerlo con un "por favor" por delante y un "gracias" por detrás.
Los buenos modales, ¡en todos los sitios, please! Y lo mismo para los empleados. Que a veces piensas que son robots sacados de alguna antigua película de Asimov porque los de las modernas, ya hablan y se lo pasan pipa.
Como os iba diciendo, vas a que te pesen la fruta con la mejor de tus sonrisas y con las dos palabras mágicas, y nada, no hay manera, no articulan palabra durante todo el procedimiento. ¡Uf! ¿No se dan cuenta de que lo bueno dura poco y que si trabajan alegres se pasa más rápido la jornada?
Tuve que comprar uno de esos archivadores, ¡todavía no sé cómo lo conseguí sin ayuda!
4. No quiero notar tu aliento en mi nuca cuando estoy en la cola del súper. Apártate un poco.
Y esto es aplicable a cualquier cola: del banco, del aeropuerto, del cine... ¿Por qué hay gente que se pone a dos centímetros de ti? Por favor, respeta mi E.M.A. (Espacio Mínimo de Aire), que yo no voy a ir más rápido por mucho que te acerques, sino todo lo contrario. Ya no es el primero que tiene que dar marcha atrás con su carrito para poder dejarme firmar el resguardo de la Visa. ¡Aire, aire, por favor!
Sylvie buscando "hombre congelado", pero no lo hay. Snif.
5. Cotillea todo lo que puedas sobre lo que compran tus vecinos. Conocerás muchas cosas de su estilo de vida.
Me explico. A ver, lo ideal sería que hubiera cabinitas individuales a la hora de pagar en un súper y también, aprovecho para decirlo, a la hora de comprar en las farmacias donde pierdes la dignidad haciendo públicas tus miserias humanas. ¿Por qué todo el mundo tiene que enterarse de lo que estoy comprando? Si me llevo varias cajas de donuts para darme un atracón o si compro preservativos a granel o bastoncillos para hurgarme los oídos.
Pero como no es posible tener intimidad y a tus vecinos les pasa otro tanto, ¡¡aprovéchalo y cotillea!! ¿Te crees que ellos no lo hacen? ¡Ja!
Martinis. Y Actimeles compensatorios.
6. Cuando hay un puente o un festivo, ¿es estrictamente necesario ir a avituallarse al súper como si hubiera estallado una guerra?
Piénsalo, ¿realmente es imprescindible ir al súper la víspera? ¿No tienes suficiente comida en casa? ¿Crees que puede ser que los supermercados no vuelvan a abrir jamás? Cavila sobre ello. ¿No habrás visto demasiadas películas de ciencia ficción últimamente?
Planchas en todos los colores de la temporada.
7. ¡No te cueles!
Dispuesta a colocar mis cosas en la cinta para que me las cobren, sale un ser antopomorfo (o sea, con cuerpo de hombre pero sin cerebro humano) de no sé dónde, con su cesta repleta, adelántandose a mi y diciéndome que él estaba allí. O hay cinco dimensiones y yo me he perdido la quinta o no entiendo nada. Me quedo sin habla pero le fulmino con la mirada y por no montar un número, me callo. Le sigo fulminando con la mirada. Y sigo. Nada, no le causo ningún daño físico ni psicológico. Otro día será.
Los hipermercados venden libros como churros, gracias a Dios.
8. Si llevo una sola cosa y tú, estás delante de mi, con el carrito lleno, ¡déjame pasar sin necesidad de pedírtelo!
De nuevo me tropiezo con otro ser antropomorfo delante de mi en la cola. Sí que hay especímenes por esta zona, ¡Dios nos asista! Éste además lleva la compra del mes, vamos, el carro a reventar con las cosas más apretadas que los tornillos de un submarino. Y yo sólo llevo un tímido y humilde paquetito de pan de molde. Me mira varias veces y no, no dice absolutamente nada. Comienzo a desear que justo al salir, un trailer le pase por encima, a él y a su compra. Ya me imagino a los dos, confundidos en un amasijo de vísceras, fruta pisoteada y latas descuartizadas. Ummmm. Despierto de mi sueño y sigue ahí, colocando leeeeenta y perezooooosamente su odiosa compra. Para calmar mis nervios me pongo a cantar en alto. Pero necesitaría haber recibido varias clases de yoga para saber tranquilizarme o también bastaría con unos cuantos pinchazos de acupuntura en algún sitio del cuerpo de este energúmeno, ¡no del mío! para poder irme satisfecha y relajada.
El botiquín de emergencia. ¡Una de mis secciones favoritas!
9. No te comas las cosas antes de pagarlas.
¡Qué mal queda, de verdad! Me da igual que le haya llegado la hora de la merienda a tus niños o que tú creas que no eres capaz de esperar unos minutos. Es horrible llegar a la caja con un arrugachado envoltorio diciendo que te cobren ese trozo de... ¿basura? ¿Es que no eres capaz de controlar tus instintos más bajos? Inténtalo, ¡ya verás como no te pasa nada! Y a tus hijos edúcales bien y que aguanten también unos minutos.
"Por lo menos lo pagamos", me diréis. Vale sí, eso es mucho mejor que no hacerlo, ahí me habéis pillado.
Aguas en rebajas, ¿a dónde iremos a parar?
10. No robes nada, pero si se han olvidado de cobrarte algo, ¡sal corriendo y no mires atrás! Me dirijo a la sucursal de una gran cadena de supermercados para comprar, entre otras delicias, un pequeño gran alijo de jamón ibérico para convidar a unos amigos. Cuando llego a casa, compruebo que la charcutera, ha omitido en la cuenta el importe del jamón. ¿¿Cojo el coche, de nuevo y salgo disparada para reclamarles la cobranza de lo que se han olvidado?? Hombre... ¡pues no! Pienso que en estos lugares ya te cobran un porcentaje por posibles robos y yo nunca les he robado. Me tomo el detalle del jamón como una pequeña indemnización por mi honestidad para con ellos en todos estos años. Eso sí tardo unos cuantos meses en volver por allí no vaya a ser que se acuerden de mi jeta, y nunca mejor dicho.
Productos para nuestras queridas mascotas. ¿Por qué no han puesto aquí los productos de higiene masculina?
11. Conserva tu buen porte en todas las circunstancias.
Se me cae una lata de espárragos en el empeine del pie al colarse entre los alambres del carrito. Siento un dolor agudo que casi me nubla la vista. Estoy al borde del mareo, me arde el pie y la cara se me sonroja, pero muy digna y sin cojear me dirijo a una esquina, me agarro a una columna llena de sopas de sobre y como si fuera una cariátide espero a que el dolor y la fiebre se vayan atenuando. En cuanto recupero el aliento y casi la consciencia, continúo andando como si nada. ¡Divina de la muerte, siempre!
Aguas pijas.
12. No atropelles a nadie con el carrito, aunque sea tentador. Sí, ya sé que has tenido un mal día y que tienes ganas de fastidiar a alguien, o que simplemente llevas mucha prisa. Piensa por qué realmente llevas tanta prisa, por cierto.
También sé que los carritos tienen vida propia y se van al lado que más les interesa. Aún así, procura no atropellar a nadie. No sabes lo desagradable que es notar en tus talones uno de estos artefactos malignos.
Arsenal preparado para la guerra.
13. Controla tus impulsos asesinos cuando te tropieces con "Los Compradores de Multi Producto".
¿Quienes son? Aquellos que en las zonas en las que hay que hacer una cola específica (frutería, carnicería, pescadería...) llevan una lista que ya quisiera Schindler en sus mejores tiempos y cuando ya la han acabado, recurren a su memoria y se acuerdan de más cosas que tenían que comprar. ¡Por el amor de Dios! ¡Que me he convertido en estatua de sal detrás de usted! Un poco de caridad...
Y a mi que me gusta el olor de la comida para perros. Definitivamente, tengo que hacérmelo mirar.
14. Pon el cartelito de "Próximo cliente" tras colocar tu compra, para que, el que viene detrás, pueda empezar a acomodar la suya también.
Un sencillísimo gesto que no cuesta nada y que, yo al menos, agradezco.
15. El súper no es una playa ni una piscina.
¡Vístete, por Dios! Que no cuesta tanto. Y yo me quejo de las chanclas... ¡Si supiérais lo que he tenido que ver hoy! ¡A un vecino en toalla! Sí, gracias al Cielo, llevaba el torso tapado, pero las ancas bien arropaditas con una toalla en lugar del clásico, pero parece que denostado en verano, pantalón.
¿Qué tipo de trastorno estival nos invade?
El verano en el súper, ¡qué divertido! (Es irónico, aviso).
Y nada más amigos, creo que con esto, por ahora, es suficiente. Mis agradecimientos a todos los supermercados que han colaborado de manera desinteresada, y sin saberlo, en este "post".
No os olvidéis de cumplir estas sencillas normas y de aderezarlas con una buena sonrisa, que estoy segura de que no os costará nada, especialmente en el Décimo Mandamiento. Entre todos, hagamos que ir a la compra sea algo más saludable y feliz.
Os deseo un puente o un fin de semana o un festivo + fin de semana, maravillosos. Yo estaré de viaje así que tened paciencia para la próxima entrada. ¡Nos vemos pronto!
¡¡Un beso grande!!
Sylvie Tartán.