Tétanos

Por Gabriel Giner @esaludcom

El tétanos es una enfermedad que se caracteriza por la infección del sistema nervioso por una toxinada denominada tetanospasmina. La vía de contagio principal son las heridas profundas, en las cuales entra esta bacteria cuando están en contacto con el suelo, animales, u objetos oxidados.

El tétanos es una enfermedad que pueden contraer personas de todas las edades en todo el mundo. No obstante, resulta muchísimo menos frecuente en países desarrollados gracias al programa de vacunación; la tasa es de 0,1 casos por cada 100.000 habitantes cada año. Mientras, en países en vías de desarrollo, los casos de tétanos son de 20 por cada 100.000 habitantes al año.

Cuando una persona no está vacunada del tétanos, su vida corre un grave peligro. La mortalidad en países que cuentan con buen sistema sanitario se sitúa en un 15%; mientras, en países en vías de desarrollo se dispara hasta el 50%, pudiendo llegar al 75% en las zonas más pobres del mundo.

¿Qué es?

El tétanos es una enfermedad de origen bacteriano y de carácter grave que afecta al sistema nervioso. El príncipal síntoma es la contracción de diferentes músculos del cuerpo, lo cual ocasiona un gran dolor en los pacientes; en la gran mayoría de casos, afecta principalmente a la mandíbula y el cuello, generando así dificultad para respirar. Una situación potencialmente mortal que requiere de asistencia médica inmediata.

Actualmente, gracias a la vacuna contra el tétanos, los casos que se dan de esta enfermedad en países desarrollados son cada vez menores. No obstante, esta afección sigue siendo una grave amenaza en países en vías de desarrollo.

Hasta el momento no existe una cura para esta enfermedad. Así, el tratamiento consiste en tratar las diferentes complicaciones que surgen a raíz del tétanos hasta que los efectos de la toxina desaparezcan por completo del organismo.

Tipos de tétanos

Existen cuatro tipos de tétanos, los cuales se clasifican en función de los síntomas, así como del propio paciente.

  • Generalizado: es el que se da con mayor frecuencia y, tal como su propio nombre indica, afecta de forma generalizada a todo el organismo. En la gran mayoría de ocasiones, el primer indicio es la contracción de los músculos de la mandíbula, que suele darse acompañado de insomnio y nerviosismo. A medida que la enfermedad avanza, se contraen los músculos de otras zonas del cuerpo y del rostro, causando así dificultad para tragar y para comer. Son los músculos de la espalda los últimos en resultar afectados.
  • Localizado: este tipo de tétanos no es demasiado habitual, aunque se da en algunos casos. Consiste en la contracción de los músculos de únicamente una zona del cuerpo; afecta generalmente a aquella zona en la que se ha producido la herida que ha dado lugar a la enfermedad.
  • Cefálico: es un tipo concreto de tétanos localizado, que afecta a la cabeza y al cuello. Las contracciones de los músculos de esta zona ponen en serio riesgo la vida del paciente ya que dificicultan, e includo en algunos casos impiden, la respiración.
  • Neonatal: se trata de un tipo de tétanos que afecta a los recién nacidos. La causa más frecuente es que las madres no se hayan vacunado. Los primeros indicios comienzan un par de semanas después del tétano y el desarrollo de la enfermedad sigue el mismo proceso que el tétanos generalizado.

Causas del tétanos

Las esporas de la bacteria Clostridium Tetani, responsable del tétanos, se pueden encontrar en una gran selección de superficies, como el suelo o el polvo; también en las heces de los animales. Cuando estas esporan ingresan en una herida profunda, se convierten en bacterias que dan lugar a una toxina muy potente, la tetanospasmina. Afecta a los nervios que controlan los músculos, dando lugar a diversas síntomas como rigidez y espasmos.

Síntomas del tétanos

Una vez la bacteria del tétanos ingresa en el cuerpo a través de una herida, los primeros síntomas pueden aparecer entre unos días y unas semanas después; depende básicamente del estado de salud del propio paciente en relación a su sistema inmunológico, así como de la virulencia de la propia bacteria. El tiempo de incubación promedio oscula entre siete y diez días.

El principal síntoma de esta enfermedad, que se da en prácticamente el 100% de los pacientes, es la rigidez en los músculos de la mandíbula; generalmente, se acompaña de espamos en esta zona. Además, aparece rigidez en los músculos del cuello y en los músculos abdominales. También se presenta dificultad para tragar y respirar.

En cuanto a los espamos dolorosos, tienen una duración de entre dos y cuatro minutos; surgen a raíz de hechos menores, como por ejemplo un ruido fuerte o la simple luz solar.

También pueden presentarse otros síntomas propios de cualquier enfermedad bacteriana: fiebre, sudoración excesiva, presión arterial elevada, y frecuencia cardíaca acelerada.

Factores de riesgo

En cuanto a los factores de riesgo del tétanos, el más importante de todos es no vacunarse o no seguir el calendario de vacunas de refuerzo contra el tétanos establecido. Y es que es precisamente la vacunación el método de prevención contra la enfermedad más efectivo que existe en la actualidad.

También se consideran factores de riesgo las heridas profundas, sobre todo las realizadas con objetos como astillas o clavos; es decir, heridas punzantes. Del mismo modo, las quemaduras y las fracturas abiertas, así como las mordeduras de animales y picaduras de insectos pueden suponer factores de riesgo del tétanos.

Diagnóstico del tétanos

Ante los primeros indicios que hagan sospechar de esta enfermedad, resulta esencial acudir al médico ya que el tétanos es un trastorno que requiere de asistencia urgente. En primer lugar se realiza la historia clínica del paciente, en función de su estado de salud y los síntomas que presenta. También valora si el paciente está o no vacunado del tétanos y si ha sufrido una herida durante el mes anterior.

A continuación, si el médico cree que el paciente puede estar infectado del tétanos, las pruebas más habituales son la analítica sanguínea y la extracción de líquido cefalorraquídeo. Hasta el momento no existe ninguna prueba médica específica para detectar esta enfermedad, por lo que lo más habitual es hacer uso de estas.

En el caso del tétanos neonatal, es esencial conocer en qué condiciones de higiene se ha realizado el parto, así como si la madre estaba o no vacunada.

Una vez diagnosticada la enfermedad, el médico debe valorar la gravedad de la misma y determinar cuáles son las probabilidades de supervivencia. Para ello resulta muy importante conocer cuál es el periodo de incubación; es decir, el tiempo que ha transcurrido entre la infección y el comienzo de los primeros indicios.

  • Tétanos leve: se da cuando el periodo de incubación tarda más de diez días en aparecer.
  • Tétanos moderado: en este caso, el tiempo que transcurre entre la infección y el comienzo de los síntomas es de entre siete y diez días.
  • Tétanos grave: se conoce como tal a aquel cuyo periodo de incubación aparece en menos de siete días.

Tratamiento del tétanos

El tratamiento precoz de la enfermedad aumenta de forma considerable las probabilidades de supervivencia del paciente; es por ello que resulta tan importente realizar un diagnóstico temprano de la misma.

La primera fase del tratamiento consiste en impedir la producción de la toxina que contamina las neuronas del organismo. Para ello, se limpia la herida en profundidad con agua a presión y se procede a su desbridamiento; consiste en eliminar todo el tejido muerto y provocar el sangrado para que llegue oxígeno a toda la herida.

Con la primera fase del tratamiento del tétanos se elimina la fuente de origen de la toxina; no obstante, es necesario acabar con aquella que ya ha ingresado en el torrente sanguíneo y ha afectado a las neuronas del organismo. Para neutralizarla, se inyecta al paciente inmunoglobulina antitetánica humana; un anticuerpo que se une a la toxina y la inutiliza. Las inyecciones se administran en ambos hombres y glúteos.

A continuación se procede a controlar los síntomas para impedir las contracciones musculares y los espamos propios del tétanos. Para ello se administra al paciente fármacos como el diazepam; también es habitual la administración de relajantes musculares específicos.

Es importante resultar que el tétanos es una enfermedad potencialmente mortal. Por lo tanto, cualquier persona infectada con esta bacteria debe ser ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos de un centro médico para un control exhaustivo de la misma.

Complicaciones del tétanos

El tétanos es una enfermedad de carácter grave que pone en serio riesgo la vida de quien lo padece; la tasa de supervivencia se sitúa entre un 10 y un 60 por ciento, en función del tipo del tétanos de que se trate, así como de la gravedad de la infección y los síntomas. En el caso del tétanos neonatal, la tasa de mortalidad ronda el 80%.

Las complicaciones a raíz de esta afección son frecuentes, siendo las más frecuentes las relacionadas con el aparato respiratorio.

Embolia pulmonar

Una emboliar pulmonar consiste en el bloqueo repentino de una arteria pulmonar. En la gran mayoría de casos, la causa de esta enfermedad es un coágulo en la pierna que se desprende y viaja hasta el pulmón a través del torrente sanguíneo. Los indicios que se repiten en la gran mayoría de pacientes son la sensación de ahogo, la respiración agitada y el dolor torácico agudo.

Neumonía

Se conoce como neumonía a la infección uno o ambos pulmones; suele estar causada por gérmenes como bacterias, hongos y virus. Las personas con mayor riesgo de padecer esta enfermedad son las mayores de 65 años, así como los bebés menores de 24 meses. Los síntomas más frecuentes son los siguientes: fiebre alta, escalofríos, tos, dificultad para respirar y dolor del pecho a la hora de respirar o toser.

Vacuna del tétanos

Tal y como hemos señalado, el tétanos es una enfermedad de carácter grave. Si a esto le sumamos el hecho de que no hay un tratamiento específico para tratar la infección, la prevención resulta de gran importancia.

Actualmente, en los países desarrollados, los bebés comienzan su programa de vacunación cuando cumplen dos meses de edad; a continuación se les administra una dosis de refuerzo a los cuatro, seis, y dieciocho meses. Junto con la vacuna contra el tétanos se les administra la de la difteria y la tos ferina. Es lo que se conoce como vacuna DTP.

Una vez administrada la última dosis a los dieciocho meses, es aconsejable administrar una dosis de recuerdo cada diez años durante toda la vida. Respecto a este punto existe un gran debate en el ámbito médico ya que hay expertos que señalan que no es en absoluto necesario.

A pesar de la correcta vacunación, cada vez que una persona sufre una herida de consideración, es esencial valorar su grado de protección ante el tétanos con el fin de saber si es necesario o no suministrar una dosis de refuerzo. En líneas generales, las consideraciones son las siguientes.

  • La herida está limpia y la última dosis se ha administrado en los últimos diez años: no es necesario suministrar una dosis de refuerzo de la vacuna del tétanos.
  • La herida está limpia y la dosis se ha administrado hace más de diez años: la dosis de refuerzo sí es necesaria.
  • La herida está sucia y la dosis se ha administrado hace menos de cinco años: no es necesario dosis de refuerzo de la vacuna.
  • La herida está sucia y la dosis se ha administrado hace más de cinco años: el paciente debe recibir una dosis de refuerzo.