La aceptación de la diversidad en nuestra sociedad sigue siendo una tarea pendiente. Todavía hay rincones de la sociedad que hipócritamente se llenan la boca de bondad y que en realidad todavía piensan que “los diferentes” son “desperdicios” de nuestra sociedad.
Cuando vi la película de David Lynch con el mismo título de este post, era un joven estudiante de Informática en la Universidad de Pisa. La película me revolucionó de manera brutal e hizo que el concepto de “diversidad” adquiriera otra dimensión en mi vida. Muchos años después, la vida me dio el regalo más grande que jamás pude haber imaginado. Me convirtió en padre de un niño con síndrome de Down. Desde entonces, trabajo a diario para que se acepte y respete su diversidad y la de todos sus compañeros con discapacidad intelectual.
A raíz de lo anterior y aprovechando las posibilidades que la inteligencia artificial ha abierto en mi capacidad de expresarme, he creado una serie de imágenes en las cuales se representa cómo se veía la “diversidad” a finales del siglo XIX (la época en la que vivía el hombre elefante, Joseph Carey Merrick). En ese momento, la “diversidad” era un “espectáculo de fenómenos” y “lo diferente” estaba condenado a mal vivir en lugares marginales y oscuros; se les consideraba más cercanos a los animales que a los humanos. Eran explotados y maltratados en los circos porque, en aquella época, el espectáculo era el absurdo y la diversidad la atracción. En las imágenes he intentado englobar una percepción de caos, desorden, prohibición, para reflejar el sentimiento de rechazo, compasión y al mismo tiempo de culpabilidad que la gente de finales del siglo XIX sentía interiormente cuando entraba en contacto con “los diferentes”. Hoy en día, aunque hayamos por suerte evolucionado enormemente en la aceptación de “los diferentes”, aquellas mismas emociones se encuentran muy parecidas en los rincones escondidos de nuestros seres y desafortunadamente también en algún sector de la sociedad
Con esta serie de imágenes espero llevar a quien las ve en frente a un espejo; a la vez que retroceder en el tiempo, me gustaría que mis imágenes permitieran viajar a los rincones más oscuros de nuestro propio ser y comprender cuánto estamos realmente dispuestos a aceptar la diversidad y cuánto realmente somos conscientes que “los diferentes” son personas con dignidad propia y con derecho a ser aceptados por lo que son y por lo que pueden ofrecer a los demás.
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