"La belleza, como el dolor, hace sufrir". Thomas Mann
Nuevamente escribimos sobre Nicolas Winding Refn, en este caso, su hasta ahora última película - aunque ya está en trámites de una serie para Netflix y otros proyectos-, y como es habitual en su obra, ha levantado los más discordantes comentarios y críticas, por su visión de la belleza, como una entidad propia de los más oscuros deseos, donde la superficialidad se traslada a la forma del cine y, como si de vampiros o monstruos se tratara, se alimenta de la belleza; eso sí, el nacido en Dinamarca, seguidor del cine de terror y polémico en sus propuestas, no se guarda sutilezas para hablar de la belleza como un mal o como si se tratara de la edad media, de una brutal fábula aleccionadora. Refn, que deconstruye la idea de ser devorado por su propia virtud, la belleza e inocencia de la protagonista; juega con la brujeria, propia de las obras de Argento o del colectivo experimental Mater Suspiria Vision, y mezcla géneros y estilos, como ha sido común en su obra, que transita entre lo genérico, la independencia y lo hollywoodense, es decir, un iconoclasta en colores neón, amado y odiado por partes iguales, que con cada una de sus obras levanta los más diversos comentarios y reacciones; y el danés, con The Neon Demon potencia sus virtudes y defectos, traduciéndolos en este largometraje donde lo obsesivo, la lascivia y los contrastes - morales, lumínicos, estéticos- son el hilo narrativo.
Jesse (Elle Faning) una tímida e inocente aspirante a modelo, se muda a Los Angeles, donde poco a poco, después de ser reclutada por un magnate de la moda, se irá transformando en un icono de esta industria, una, donde la obsesión con la belleza, la juventud y la perfección se devora a sus aspirantes. La historia, paralela entre los acontecimientos que llevan a Jesse a ser una gran debutante como modelo, a Ruby (Jenna Malone), una maquilladora que se hace amiga de Jesse, y esconde las más oscuras intenciones, y dos modelos que ven como "carne fresca" a la debutante. El largometraje, que parece separado en dos obras, una primera parte melodramática, sobre el ingreso de la joven modelo a la industria, "logrando sus sueños", y una segunda parte, una de Terror, donde la obsesión por la belleza, se vuelve sangrienta y en una "canibalización" de las virtudes.
Refn, como si se tratara de una metáfora total, asume la superficialidad como la estructura del guión, la belleza como el elemento visual y el contraste como desarrollo narrativo, en su hiperestilizada historia de los "demonios" de la moda y la industria del entretenimiento; el danés que siempre utiliza elementos simbólicos, arcanos - que parecen pertenecer a su propio mundo cinematográfico-, lo hace mucho más evidente en este relato que no se escapa a la mitología, a la de un Narciso en alto contraste.
Otro de los puntos fuertes, va a ser la música de Cliff Martinez, que ha trabajado con Winding Refn en sus últimas obras, entendiendo a la perfección lo que se puede expresar a través de los sonidos electrónicos, ambientes oscuros, repeticiones y sampleos que se complementan con las distorsionadas guitarras de Sweet Tempest, y de las mismos beats del compositor nacido en Nueva York.
Un montajista que ya ha aparecido varias veces en este blog es Matthew Newman, habitual en la obra de Winding Refn, y que logra a partir del ritmo, del corte y del tono, darle no sólo coherencia a las obras del danés sino un dinámico y un muy bien estructurado sentido audiovisual, es decir, si el montaje es la segunda escritura, Newman es el que le da forma a este entramado estético.
Aunque no puedo decir que The Neon Demon sea la película que más me ha gustado de Refn, si creo que es la obra donde más evidente se hace el fallo en el guion, no tanto porque para el danés sea fundamental el contar historias sino expresar experiencias (visuales y sonoras); pero creo que el problema viene a ser, como escribía más arriba, la aparición de Keanu Reeves y su papel del administrador del hotel donde se hospeda Jesse, su abuso contra las adolescentes y aparente conexión con la transformación de ésta y salida hacia su destino "fatal"; al buscar explicaciones, el guión se queda corto en este punto; aún así, como historia/propuesta no decepciona, por el contrario marca muy bien su choque contra la industria, visualmente puede ser la mejor obra del danés y como concepto, funciona y no se va por aguas tibias, frente a la polémica y estilo. Es decir, en resumen, creo que esta puede ser la más errática de sus obras, o mejor su guión, que intenta al igual que Drive, ser muy narrativo, pero fallando en lo explicativo; de todos modos visualmente, la música y edición, las secuencias de Fanning en la pasarela, piscina o primeras fotos, y la "vuelta de tuerca" al final de la obra, valen la pena absolutamente, y como sucede con la obras de Refn, si a uno le gusta su cine, le perdona, ciertos "errorcitos" así, en esta caso sea su construcción narrativa. De todas formas, como con toda la obra del danés, recomendable, y para volver a ver, y encontrarle o más virtudes o más defectos.
Zoom in: La película compitió por la La Palma de Oro en Cannes, por tercera vez y de forma consecutiva.
Para la revista Cahiers de Cinema, una de las mejores películas de ese año.Montaje paralelo: Kenneth Anger - Modelaje - Vampirismo