El ritmo poético de la narrativa de Thomas Wolfe, nos atrapa desde la primera frase: "La luz vino y se fue y vino de nuevo". Una frase que en sí misma destila uno y mil significados diferentes, todos ellos evocadores de aquello que nuestra caprichosa mente nos quiera mostrar en cada momento. La vida se compone de instantes, nos dicen a veces, y de recuerdos que intentan atrapar el tiempo de una forma imposible, podríamos añadir. Ese imposible, que es, resucitar una vida, recorre toda la novela, y lo hace a lo largo de cuatro voces distintas que dividen las cuatro partes de El niño perdido, a cada cual más profunda e hiriente con el poder de los recuerdos. Sin embargo, nuestro yo literario navega por cada una de ellas tranquilo y sereno, y sobre todo seguro, porque sabe que llegará a un buen puerto, pues ese es el destino final de la novela: el del reencuentro con la gran literatura. Dicen que cada libro tiene su propia historia, y en mi caso, respecto de El niño perdido de Thomas Wolfe la tiene, porque quizá, el caprichoso azar, hizo que este año fuese a la Feria del libro de Madrid un día de diario; una elección que tiene la ventaja que se puede charlar y conversar con editores, libreros y algún escritor sin mirar la manecillas del reloj, sólo con el único afán de compartir el amor a la literatura y a los libros. De ese encontronazo casual surgió el conocimiento de Julián Rodríguez y Paca Flores (editores de Periférica), y de esa pasión por la palabra pasamos de un libro a otro a través de las magníficas explicaciones de Julián, que acabó regalándonos El niño perdido; un obsequio que nunca podrá ser recompensado por el valor literario que tiene en sí mismo y por esa sensación de descubrimiento que rara vez experimentamos, pero que a buen seguro, me hará leer muchos más libros de la editorial, pues el gusto a la hora de la elección de los autores y sus obras es incuestionable. Más allá de los best sellers y la literatura del entretenimiento, existe algo más, la literatura con mayúsculas que, gracias a la Editorial Periférica, entre otros podemos seguir disfrutando.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.