El concepto es simple e innovador. Se trata de una esfera en la que se han incrustado 36 cámaras digitales de 2 megapíxeles del tipo de las que llevan los teléfonos móviles. Al ser lanzada al aire y llegar a su punto más alto, en el momento exacto en el que la pelota queda casi inmóvil, el software activa las cámaras que sacan 36 fotos que formarán parte de la imagen de 360º. La pelota está construida de un material esponjoso que protege el dispositivo interno en caso de que el receptor del lanzamiento falle en su recepción.
Un forma lúdica de espionaje encubierto.
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