¿Por qué me siento mal por lo que me pasa?
Cada uno de nosotros tenemos una serie de características propias que nos hacen diferentes a cualquier otra persona. El tono de voz, la forma de reír, nuestra cara… Y también la forma en la que vemos la realidad.
En muchas ocasiones aparecen en nuestra mente pensamientos negativos, que son automáticos y que no reflejan de manera adecuada la realidad. El psicoterapeuta Albert Ellis estableció un modelo de pensamiento que sostiene que no son las cosas que nos suceden las que nos afectan, sino la interpretación que hacemos de ellas
Pongamos un ejemplo: Un compañero de trabajo derrama café sobre nuestra camisa. Esto sería un hecho objetivo sin dar lugar a más dudas, pero nuestras interpretaciones podrían oscilar desde “A todos nos ha pasado alguna vez” hasta “Lo ha hecho a propósito”. Todos pensamos así en algún momento.
Nuestra mente no siempre funciona de manera lógica, pudiendo cometer errores. Este tipo de pensamientos aparecen de forma repentina en nuestra mente, son breves y sobre todo, nos generan malestar. Los damos como ciertos sin cuestionar su significado, porque ¿cómo vamos a dudar de nuestros propios pensamientos?
Para poder combatirlos, primero tenemos que detectar cuáles son los juicios negativos que, sin tener indicios suficientes, damos por ciertos. A continuación revisamos los principales errores de pensamiento:
– Error del adivino: Sacar conclusiones apresuradas de algo que aún no ha pasado. “Mañana voy a fracasar en la reunión”.
– Lectura de mente: Creer que sabes lo que están pensando los demás. “Seguro que está pensando que soy un desastre”.
– Pensamiento catastrófico: Exagerar los peligros y empequeñecer nuestros recursos para hacerles frente. “Si suspendo este examen seré incapaz de sacar el curso adelante”.
– Atención selectiva: Como si nos pusiéramos unas gafas de sol con las que vemos una realidad más oscura, sacando de contexto detalles e ignorando otros, haciendo una interpretación general de un aspecto particular. “Hoy no me ha saludado mi vecino, es un maleducado”.
– Pensamiento dicotómico: Blanco o negro, sin pasar por la escala de grises. “No valgo para nada”.
– Descalificación de lo positivo: Normalizar o minimizar las cosas buenas sin darles su valor adecuado. “Lo que he conseguido no tiene mérito, ha sido muy fácil”.
– Etiquetación: Juzgar algo en base a un criterio concreto. “No le dije lo que pensaba, soy un cobarde”.
– Obligaciones: Pensamientos en forma de deberes y exigencias que ejercen en nosotros una presión extra. “Tengo que ser capaz de hacerlo”.
– Razonamiento emocional: Considerar que lo que sentimos es una realidad. “Me siento inadaptado en clase, por lo que debo ser inútil socialmente”.
Al repasar cada uno de estos errores de pensamiento nos damos cuenta de los pequeños matices que apenas los diferencian y eso es porque este tipo de juicios que nos vienen a la cabeza tienen un mismo objetivo: hacernos sentir mal.
Es importante tener presente que los pensamientos no son hechos, que nuestra interpretación no tiene por qué ser la real y que hay un abanico de posibilidades además de lo primero que se nos pasa por la cabeza.