Los cacahuetes o manís son los frutos de una planta de la familia de los guisantes, y constituyen todo un interesante repertorio de propiedades que nos pueden beneficiar.
Estas legumbres, conocidas equivocadamente como “frutos secos”, suponen un gran desinfectante de las vías respiratorias por la presencia de azufre. Un puñado de cacahuetes al día puede ser un gran aliado contra las infecciones respiratorias.
Por su riqueza en vitamina E, licopeno y silicio, los manís también ayudan a luchar contra la flacidez de la piel y mantienen su elasticidad. Tanto si tomamos los frutos secos como postre o bien a modo de aceite aplicado de forma externa, los cacahuetes conseguirán una piel más firme y sin arrugas.
Otros componentes interesantes de este fruto son los estrógenos, aliviadores naturales de los síntomas de la menopausia, puesto que estos elementos se asimilan a las hormonas femeninas que pierde la mujer al hacer frente al estado menopáusico.
Por otra parte, 50 gramos diarios de cacahuetes cubren una cuarta parte de la cantidad de proteínas necesarias, y es que ese fruto está compuesto de un 25% de proteínas.
Está demostrado también que aquellos sujetos consumidores de cuatro o cinco raciones de frutos secos a la semana llegan a reducir a la mitad el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Esto se debe a la capacidad de la mayoría de frutos secos que mejoran la circulación y ayudan en la lucha contra el colesterol.
Pero… ¿cómo tomamos los cacahuetes? ¿No son muy altos en grasas?
Puesto que es una legumbre que acostumbra a ser difícil de digerir, se aconseja tomarlo tostado para las personas de digestiones difíciles. Además, cuanto menos sal tenga el fruto seco, mejor para nuestra salud.
Y sí, son muy altos en grasas, exactamente casi el 50% del cacahuete supone la presencia de ácidos grasos.
Es por todo eso que esos sabrosos frutos secos se deben consumir con moderación por su alto contenido en calorías y grasas.