Seguramente será por el espíritu navideño, que nos invade ya por estas fechas, o por la imposición cromática en los escaparates de cualquier comercio, pero me da la sensación de que allá donde miro hay un abanico de color morado que me invita a emborracharme con sus tonos vino, a sonrojarme con sus pinceladas violáceas y a ilusionarme con el rojizo escarlata que envuelve los regalos que más anhelamos, como los abrazos calentitos de aquellos que más nos quieren, besitos cargados de dulzura, miradas que abrigan el alma y… bueno, de acuerdo, ¡también un par de zapatos nuevos!
Yo por si acaso ya voy comprándome jerséis bien holgados —no sea que SS.MM. los Reyes Magos de Oriente me traigan este año un par de kilitos de más—, voy maquillándome acorde a las fechas y calzándome unos buenos tacones para que la fiesta que está por llegar no me pille desprevenida. Además, a estas alturas solo quedan los últimos cartuchos por quemar y una última mano que jugar: apenas restan veinte días para que termine el año y la apuesta más segura es (cómo no) todo al… ¿rojo?
It will probably be the Christmas spirit, which is all around by this time of the year, or the chromatic imposition in all shop windows, but I have the feeling that wherever I look I see a variety of purple tones that invites me to get drunk with its wine-colored shades, makes me blush with its violet brushstrokes and inspires me with the scarlet that wraps the gifts we most need to receive: a warm embrace of those who really love us, kisses loaded with sweetness, looks that keep our soul warm and... Well, yes, also a new pair of shoes!
As for me, I'm already buying myself some baggy sweaters (just in case Santa decides to award me with extra weight this Christmas), I'm putting on my makeup and a nice pair of high heels so the party that is yet to come won’t catch me unaware. Besides, at this point cards are on the table: we just have twenty more days left to end this year and the safest bet is (of course) chips on… red?