Todo Menos Marear podría salvar vidas, incluyendo la tuya

Por Kheldar @KheldarArainai

Cuando el autoengaño se vuelve peligroso, la autoayuda tóxica lo empeora. Por eso yo abogo por una política muy sencilla: todo menos marear. La explicaré más adelante.

Os dejo con la historia de Elliot Rodger.

Un muchacho de 22 años, que se hizo tristemente famoso en 2014… Por haber asesinado a seis personas y herido a otras trece, antes de suicidarse.

No tengo el deseo de justificar a este muchacho pero tampoco siento que quiera juzgarle.

Personalmente opino que deberíamos preocuparnos de hacer que todo el mundo tenga su sitio y sienta esa pertenencia. Que todos nos sintamos conectados, pero sin estar excesivamente asimilados en la masa, ya que eso también nos volvería locos.

No es una tarea fácil, pero estoy seguro de que es necesaria y vale la pena.

¿Por qué cuento esto hoy? Por una triste historia que llevo demasiado tiempo presenciando.

Ha tenido ecos terribles a lo largo de estos años, y me tiene francamente hasta los huevos…

Y ya llevaba tiempo sin compartir mi opinión al respecto, así que pensé “pues qué coño”. Así que aquí vamos.

Haz click aquí para leer el artículo “El historial de internet de Elliot revela algo más siniestro que la mera misoginia” (en inglés).

Para quienes no hablen inglés, trataré de aportar un corto sumario del caso:

Elliot Rodgers, imagen capturada de uno de sus vídeos en YouTube. Él no llegó a conocer eso de Todo Menos Marear, pero tú estás a tiempo todavía.

Elliot terminó profundamente afectado por la sensación de estar aparte del mundo.

Se quejaba de no conseguir lo que merecía por ser (sic) “un hombre perfecto y un caballero supremo”.

A sus 22 años, esa es una señal clara de sentirse tremendamente ajeno a su entorno. Por si fuera poco, nos dejó otras pistas muy reveladoras.

Bastaba con revisar su canal de YouTube, pues Elliot publicó vídeos muy inquietantes en Internet.

En ellos, mostraba un triste paralelismo con mis avisos de posibles catástrofes previos a 2010. Yo hablaba de la alta probabilidad de alimentar o generar tendencias psicopáticas que tenían ciertas comunidades.

Además de las tendencias misantrópicas en general (y misóginas en particular) que Elliot mostraba, tenía otro gran problema… Pues había caído en las garras de una industria diseñada para nutrirse de su frustración y su dolor. Y el resultado todos lo conocemos.

Vivía resentido por no llevar la vida de superstar que prometen la cultura pop hollywoodiense y la industria del ligue. Y los platos rotos los pagaron otros.

Elliot perpetró un asalto escalado de violencia contra todas las personas que pudo antes de quitarse la vida.

¿Su justificación?

“Merezco una retribución por todos los años que tuve que soportar ser rechazado en favor de brutos repulsivos y hombres indignos.”

¿Y lo más irónico? Que se podría haber evitado.

Elliot ya declaraba sus intenciones para su “día de la retribución” en uno de sus vídeos:

(…) entraré en la fraternidad más cañera de la UCSB y me cargaré a todas las zorras rubias creídas y malcriadas y que vea.

Participaba en foros como PUAHate. Este foro en concreto fue creado para, supuestamente, desmontar las farsas de la industria del ligue y denunciar sus abusos.

Sin embargo, en ocasiones era igual de perturbador o más que aquellos a los que señalaba.

Allí, Elliot comentaba cosas como estas:

Hoy estaba conduciendo cerca de mi universidad y ví varias cosas que eran extremadamente cabreantes.

Pasé cerca de un restaurante donde pude ver a un negro pasándolo bien con cuatro buenorras blancas. Él ni siquiera tenía buena pinta.

Más tarde, estaba comprando en Trader Joe’s. ¡¡Y ví a un indio con dos blanquitas por encima de la media!!

¿Qué escenas cabreantes habéis presenciado hoy? ¿No odiáis ver estas cosas cuando salís? Estas cosas te hacen desear estar muerto.”

En otros posts, directamente insultaba a los foreros por motivos raciales. De hecho, en el artículo en inglés que he enlazado destacan uno en que arremete contra un chico asiático.

También cargaba contra otros comentaristas por querer estar con mujeres blancas hermosas. Algo que, según el propio Elliot, constituyó “su lucha en la vida”.

Evidentemente, y más dadas sus tendencias, eso le resultaba prácticamente imposible de lograr.

~~

Lo interesante y lo triste para mí al mismo tiempo es la repercusión de esta historia.

Tuvo un boom en los medios porque fue usada como justificación masiva. Miles de personas y múltiples movimientos la utilizaron para defender sus argumentos y sus posiciones.

Daba igual en qué materia o ámbito de discusión… Pues Elliot era su mártir o su hombre de paja ideal, en cualquier caso.

Por otro lado… Muchos creyeron que esta noticia no tendría relevancia local siquiera, y se volvió internacional.

Y esto es así porque la violencia vende… Sin más.

Podríamos estar hablando simplemente de la triste historia de un paria social, y utilizarla para ilustrar y enseñar… Pero no fue el caso. Aunque yo sí pretendo usarla para eso.

Para aportar valores. Por demostrar el sentido y la necesidad de que todos estemos involucrados en ayudarnos a sanar.

Porque a veces basta con un principio como el del título de esta entrada: todo menos marear.

Porque quiero evidenciar que necesitamos aprender a dejar salir nuestras ideas y nuestros sentimientos de una forma correcta y beneficiosa.

Podría ser una historia para que recordemos que hay un primer paso para sanarnos…

Algo tan sencillo como admitir lo que nos duele, humanizarlo y buscar ayuda cualificada. Pero no.

Ahora mismo, ésta es la historia de lo jodida que estaba la mente de Elliot. De lo mal que estaba entre sus pensamientos racistas, misóginos y misantrópicos… Porque así nos la han pintado.

Porque nadie ha querido mirar más allá.

Para mí es una señal de que no estamos preparados. Ni para abordar debidamente su condición mental, ni para hacerlo sentir parte de la sociedad a pesar de todo.

También es un reflejo de lo lamentable que es no haber podido prevenir esta situación adecuadamente. ¡Y eso a pesar de todas las pistas que daba el chico!

Es la misma mierda de lástima y autocomplacencia de siempre. Lloramos una tragedia porque no hemos sabido atajar la situación antes del fatal desenlace.

Pero tampoco es que fuese culpa nuestra… ¿Verdad? Aunque no deja de serlo, por mucho que no sea culpa directa.

Como sociedad, fallamos en facilitar vías naturales, saludables y más humanas de afrontar esta clase de desconexiones de la realidad.

Queremos academizarlo todo.

Queremos dar con los ABC’s y crear pasos o series lógicas que nos guíen en el proceso… Y nos olvidamos de que son relaciones entre personas.

De que la sociabilidad humana es algo vivo… Y como tal, no se puede reducir a esos extremos sin perder la mayoría de los matices. Aquí los enfoques reduccionistas resultan inadecuados en gran medida.

No nos preocupamos de tratar con las causas. No se nota el interés de aportar medios para transformar esas situaciones en algo diferente y más positivo…

Sino que nos limitamos a intentar prevenir conductas de riesgo, estallidos de violencia y tragedias o resultados no deseados.

Por esta misma tara en la educación para la salud afectiva y sexual, es por lo que pasan estas cosas.

¿Qué suelo proponer yo? Sencillo: Todo Menos Marear

Esa es una de mis partes favoritas en mi filosofía de vida. Me la regaló una tía mía por casualidad. Fue un día que le pregunté lo que le gustaba a ella en su vida social.

Y la verdad es que es increíblemente práctica. Aparte de que tiene gancho, así que me la quedé.

Se resume en varias claves:

  • Observar las cosas tal como son, sin emitir juicios de valor. Tratando de conocer y experimentar las emociones que te inspira, pero sin tipificar a partir de ellas. Las etiquetas, para las cosas justas y necesarias.En caso de que lo observado te aporte algo positivo, conservarlo. En caso de que el aporte sea negativo, recordar para evitarlo y descartarlo.
  • Expresarse abierta y honestamente siempre que sea posible, siempre desde el respeto. Los límites que unas y otras personas tenemos no tienen por qué parecerse. Y es más fácil que los conozcas siendo así, que al ir con cuidado para no molestar a nadie.Cuando te pases o cuando toques un punto sensible, te lo harán saber. Si no te lo hacen saber, lo deberías poder notar. Y si no te lo hacen saber ni eres capaz de notarlo, no te preocupes. Te reventará en la cara cuando discutas con la otra persona o cuando se aleje de ti.

Con estas dos claves tendrías suficiente, pero será mejor complementarlas.

  • Estar dispuesto a entender y a darse a entender. La clave para evitar las cagadas derivadas de ser demasiado honesto y abierto, o de pasarse de la raya… Siempre que la otra persona tenga la paciencia y las ganas para poner de su parte.No significa tener que darle explicaciones a nadie. Se trata simplemente de molestarte en demostrar que valoras a la otra persona. Y que te preocupas de estar a bien con ella.Si acaso te interesa que las cosas sean así entre vosotros, practica con ellos lo de mantenerse abiertos. Si no quieres su amistad ni nada más íntimo, que sea por el respeto entonces.
  • Integridad. Es decir, prestarse a todo menos marear. Eso va en ambas direcciones: ni marear uno mismo, ni aceptar mareos. Tan sólo porque así las cosas salen y saben mejor.No hay necesidad de entrar en juegos de poder, ni en batallitas de egos. Todos valoramos poder sentirnos a gusto siendo nosotros mismos y expresando abiertamente nuestros deseos y necesidades.La idea es la de crear un espacio seguro para ser nosotros mismos y sentirnos valorados tal cual somos. Y, por tanto, lleva aparejada la intención de hacernos responsables de empoderarnos y de mantenernos auténticos.

Todas estas propuestas que hago nacen de un compromiso con uno mismo. De un voto que renovar a diario.

Sus beneficios, más que probados:

¡Mi gente es más feliz! Es más activa, demuestra conductas prosociales y disfruta más de las pequeñas y las grandes cosas.

Aunque dicen que está mal tirarse flores uno mismo, me siento orgulloso de que decidieran confiar en mí. Y por eso lo presumo.

Además, me alegra que estas personas creyesen en sí mismas, porque es la razón de que cumplieran sus propósitos.

Los logros varían siempre en función de la persona. El único en común es estar en paz con uno mismo y más abierto a la vida.

Mi pequeña satisfacción es que me gané su amistad y su respeto, en vez de únicamente su dinero.

Entonces, esos son mis logros, aparte de crecer yo mismo gracias a esta labor.

¿Quieres ayudarme a culminar esta tarea?

Escribí un libro para aportar cordura en este pluriputiferio de ideas que es el mundo de las relaciones. Es ameno y tiene aplicaciones prácticas inmediatas. Y lo mejor, sin proponer métodos y sin defender dogmas o creencias específicas.

Siempre a través de tener mayor comprensión de uno mismo. Mediante la expresión honesta e incondicional de nuestro ser. Tirando de claridad y de una correcta toma de decisiones.

Mejora tus relaciones al ser consciente de tus opciones y de tus propias tendencias.

Si crees que te puede ayudar, puedes comprarlo haciendo click aquí. Y si lo prefieres en papel, aquí tienes la edición en tapa blanda.

Si no te resuena para comprarlo, pero sí para compartir el mensaje; te agradeceré mucho que lo recomiendes.

Ambas cosas son bienvenidas… Y muy necesarias.

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¿Qué opinas tú? Te dejo con algunas cuestiones:

  • ¿Crees que podrían evitarse tragedias como estas si nos abrimos a la idea de todo menos marear que os comparto?
  • ¿Esto que pasó es inevitable? ¿O es algo que podemos y debemos afrontar y abordar de una mejor manera?
  • ¿Has tenido malas experiencias siguiendo consejos inadecuados? Puede que lo hicieras en buena fe y sin ser consciente de su repercusión. Cuéntame si es el caso.

Autor: Sergio Melich (Kheldar)
Pedagogo al 90% y subiendo. Comunicador y mentor por vocación (y pronto, más cositas). Autor de las webs La Vida es Fluir & Play it Sexy!, Aventurero y Heartist (persona comprometida a vivir, crear y obrar con cabeza, corazón y conciencia). Escribo sobre el Buen Vivir: autoaprendizaje, estilo de vida, habilidades sociales, relaciones y más.

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