Estamos tan vacíos de amor que a muchos les entra la depresión profunda, aunque no lo reconocen o no lo expresan abiertamente, y lo arreglan llenando sus cuerpos con excesos de alcohol y comida hasta hartarse para a la mañana siguiente continuar llenando ese vacío que no tiene fondo…hasta que el cuerpo aguante.
Nos hemos convertido en unos extremistas integrales ya que después de estos excesos llega el año nuevo y nos ponemos a dieta estricta como si en un campo de concentración nos encontráramos y así intentar bajar todos esos kilos de más que no han llenado nuestra alma, nuestro pesar, nuestra falta de amor y que además nos hacen sentir mal porque nos ‘molesta’ esta grasa ya que vemos que estamos peor que al principio, tanto física como emocionalmente.
Sé que no estoy contando nada nuevo, que esto es el ritual de cada año y que está bien visto en esta sociedad. Lo raro o lo mal visto sería no celebrar nada ni tomar las uvas viendo al presentador de moda indicándonos los cuartos para no equivocarnos. El día de Nochevieja ya es el no va más del ‘todo vale’ ya que el exceso y los extremos son ‘bien vistos’ y no pasa nada ver a gente deambulando borracha por la calle; ensuciando toda la ciudad; gritando como locos; montando follón en las fiestas de los pubs o discotecas donde la entrada te cuesta un ojo de la cara; apretando el acelerador como si de una carrera de rallies se tratara…en fin, el que no ha bebido ninguna copa y observa sereno este espectáculo, es el que se da cuenta de lo mal que estamos y lo mal que acabamos.
Cuando vivía en la ciudad, recuerdo que me gustaba levantarme temprano el día de Año Nuevo para salir a correr mi carrerita matutina y este día era bastante penoso: personas todavía borrachas por la calle, las calles super sucias mientras los barrenderos no paraban de trabajar, una sensación de mal cuerpo y desolación que se respiraba en el ambiente mientras iban pasando las horas. Muchos pasan de la noche del 31 de diciembre al 2 de enero directamente ya que el día 1 no existe porque se lo pasan maldurmiendo y resacosos sin salir de casa.
Todo vale en Navidad, no hay que poner excusas y es curioso porque aquí en estas fechas nadie está enfermo, todo el mundo puede comer de todo que le sienta bien hasta el alcohol, y hasta un diabético puede hartarse a turrón sin problemas. El colesterol, la presión alta, las hernias de hiato no existen en estas fechas, todos podemos hacer estragos en nuestra vida porque nos lo ‘merecemos’…Como si fuera un regalo dañar con estos ‘manjares’ a nuestro cuerpo. En fin, sigo sin entenderlo, como cada año. Seres vacíos, perdidos y simplemente haciendo la vista gorda para compartir la mesa con unos señores supuestamente de la familia que no vemos en todo el año pero claro, es momento de celebración y aquí vale todo. ¿Quién no ha tenido un encontronazo familiar en estas comidas cuando ha bebido más de la cuenta? Los trapos sucios salen de nuestras tripas.
Espero que seamos cada vez más los honestos que disfrutan estos días de la compañía verdadera, de estar con los que quieren simplemente disfrutando de un trozo de pan.
Salud y Buenos Alimentos
Yo Isasi
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