Por si acaso, os refresco la memoria. El tofu consiste en un preparado a base de soja, cuyo aspecto es de un pequeño bloque de unos 250 g de color blanco con una consistencia firme pero no dura. Es importante que el tofu esté elaborado con soja que no sea transgénica, y mediante una manera tradicional, buscando que sus propiedades beneficiosas y saludables no se desnaturalicen.
Suave y muy digestivo, es el derivado más digestivo de la soja. Excelente para usar en combinaciones de proteínas vegetales, (su aporte proteico es de alta calidad: contiene aproximadamente 14g de proteínas por cada 100g), es muy bajo en calorías y contiene en cantidad suficiente todos los aminoácidos.
Contiene abundante lisina, aminoácido esencial que es deficiente en muchos productos de cereales, éstos, por otro lado, están bien dotados de los aminoácidos sulfurados, metionina y cistina, que están restringidos en la soja. Por eso, las proteínas de la soja y de los cereales se complementan tan bien entre sí. La utilización neta de proteínas (UNP) es mucho más alta cuando combinamos los cereales con el Tofu.
Pero eso no es todo: últimamente se han publicado estudios prometedores sobre la eficacia de compuestos basados en el Tofu (soja fermentada), cuyo compuesto activo se conoce con el nombre de DT56a.
Desde hace unos años la medicina está abriendo nuevas perspectivas en las terapias, tanto para los síntomas más inmediatos, como los sofocos, como en la importante necesidad de preservar la salud ósea. Estas alternativas pasan por los moduladores selectivos de los receptores de estrógenos (conocidos como SERM) de origen vegetal y presentes en el tofu. (Ahí vuelve a entrar el DT56a).
Durante el periodo julio y agosto de 2013 se ha dado a conocer un estudio en el Journal of Endocrinological Investigation en el que se han medido los efectos en los síntomas vasomotores (sofocos) entre tres grupos de mujeres en la menopausia: un grupo que recibía tratamiento hormonal, otro grupo que recibía DT56a y un grupo de control que no recibía tratamiento. Los resultados mostraron que las mujeres que recibían cualquiera de los dos tratamientos tuvieron un descenso notable de los sofocos (medidos según el Test de Kupperman).
El mismo estudio señalaba una pérdida significativa de densidad mineral ósea en la espina dorsal en el grupo de control, lo que no sucedió en los otros dos.
Otro estudio científico presentado en el XIII Congreso Mundial de la Menopausia (celebrado el pasado 18 de octubre) da a conocer los beneficios del consumo habitual del DT56a (contenido en el tofu) para aliviar los sofocos y otros efectos secundarios típicos en la menopausia.
La principal diferencia con los tratamientos clásicos con soja es que éstos extraen sólo las isoflavonas (¿Cuántas de vosotras ha tomado o ha oído hablar sobre ellas?) perdiendo las cualidades del resto de sus principios. Por el contrario, el DT56a aporta un grupo de sustancias que se encuentran en la soja en la naturaleza, de las que lignanos y cumestanos son los dos compuestos predominantes.
Besos desde mi blog!!!