Esta pasada semana apareció en los medios de comunicación la noticia de la presentación de un concurso voluntario de acreedores personal por parte de Paco Torreblanca y su esposa. La crisis, en sus distintas versiones, ha llevado, al magnífico pastelero galardonado en toda Europa, a solicitar el amparo del procedimiento concursal para poder continuar adelante.
Lamentablemente, desde hace ya unos años, pocas empresas, y poco sectores, se ven fuera de las dificultades que todos estamos padeciendo, por la crisis y la negativa de la banca a financiar las actividades empresariales. La amenaza del cierre o del concurso de acreedores, para los que quieren seguir luchando, se muestra cada vez más en toda su crudeza. No sé lo que estará pasando por la cabeza de un genio como considero al Sr. Torreblanca, pero sí estoy en disposición de afirmar que el concurso y su tramitación, que ojalá le sirva para remontar la situación y volver de nuevo a la normalidad, le dejará una huella que tardará en olvidar. La llamada anteriormente suspensión de pagos, hoy concurso de acreedores, verdadera lacra en estos tiempos que corren para los empresarios, tiene la virtud de permitir hacer una especie de parada para recuperar aliento, impedir las ejecuciones y mediante la tutela judicial, en la persona del administrador, nombrado por el Juzgado que corresponda, con los convenios, quitas, esperas...situar al empresario de nuevo en una situación de solvencia para gestionar su empresa con normalidad. Como decía, espero que el concurso de acreedores le sirva a Torreblanca, pero también espero que su huella no le deje mucha marca al conocido empresario.