Las hadas, con sus varitas mágicas, me fascinaban, aparecían de repente, llenaban de color y creando mundos fantásticos llenos de leyenda, me las imaginaba en frondosos y verdes bosques endulzando el aire con sus canciones, revoloteando llenando de brillo los árboles y de color las flores acompañadas siempre por pequeños y juguetones duendes de orejas largas y de punta.
Duendes protectores de bosques, escurridizos y hasta traviesos, no sólo presentes en la imaginación, en los cuentos y leyendas, sino también criaturas mitológicas muy frecuente en la cultura ancestral de toda Europa, principalmente de los pueblos celtas.
Los duendes son seres mitológicos en general unidos a la tierra, a la naturaleza, guardianes de los bosques y de todos los seres vivos que habitan en ellos. Pero ante todo existen creencias de su existencia en muchos lugares del mundo, donde ante todo, hacen referencia de que es un pequeño ser cuyo interés es realizar travesuras en los hogares, o ayudar a sus moradores ya que son espíritus domésticos.
La palabra duende, proviene del vocablo árabe 'duar' que significa 'el que habita' y etimológicamente puede vener del apodo “Duen de Casa” o “dueño de casa”.
He podido leer que en España se les denomina con diferentes nombres; en la zona pirenáica, por ejemplo, se habla de los Diablerons, duendecillos minúsculos también conocidos como diablillos familiares; en la tradición de Cantabria y Aragón existen los duendes llamados Tentirujos, representados con grandes orejas y gorros rojos.
En Cantabria los duendes llamados Trastolillos y en Asturias los Trasgus, aparecen tocando una gaita; y los Follets, duendes que aparecen en la mitología de todo el norte de España, corresponden a un tipo de seres fantásticos extraordinariamente huidizos y rápidos, capaces de esconderse entre las crines de un caballo y alterarlo desde allí, descontrolando su galope. Aunque se le representa a veces con barba blanca y gorro rojo al estilo gnomo.
Nuberu es otro duende asturiano y los Tentris, en cambio, son duendes cantábricos que viven en bosques o cerros de modo salvaje, con el cuerpo cubierto de musgo y de hojas verdes. A todos ellos, la mitología suma el Sumiciu,al Diañu Burlón y al Trasgu,un duende que vive cerca de los seres humanos y gusta de hacer desaparecer objetos que los niños tienen en la mano. Su coterráneo Ventolín -o Remolino en asturiano- adopta el disfraz de una brisa mágica.
Pero es en las tierras escocesas las que están plagadas de leyendas que han pasado de generación en generación, legado de los pueblos que a lo largo de los siglos donde cuentan que los duendes han morado en el país desde el principio de los siglos.
Y entre ellos, los duendes llamados brownies, criaturas de la mitología escocesa que viven en los hogares y ayudan en los quehaceres del hogar a cambio de comida.
Los Brownies tienen aspecto angelical y bonachón, con forma humana, aunque son muy pequeños y con la cara arrugada. Dice la leyenda que no les gusta que los humanos critiquen su trabajo, hecho que provoca que se sientan insultados y deshagan lo que han hecho. Aunque les gusta las cosas brillantes, sólo salen de noche, cuando todos duermen.
La mayoría de brownies vive en una sola casa durante toda su vida, que puede durar siglos.
Su nombre deriva de que siempre utilizaban ropas con tendencia al café o marrón (brown). Habitan en vastas extensiones del territorio irlandés, pero pueden aparecer como espíritus domésticos inofensivos, conectados de preferencia a algún miembro de la familia. Les gusta la leche, la crema y los pasteles.
Y a éstos pasteles de chocolate llamados “brownies”, no le pusieron su nombre por los mitológicos duendes, sino por el color marrón que le otorga el delicioso chocolate.
Un pastel de origen estadounidense, según he podido leer su historia tiene dos versiones, las dos en la última década del siglo XIX, una es 1892 y la otra en 1897.
La primera versión se cree que sucedió en Chicago en el Hotel Palmer House, durante una exposición cuando se ordeno preparar un postre para colocarlo en cajas y que las señoras no ensuciaran sus manos a la hora de comerlo; La segunda versión y la que más fuerza tiene es que un cocinero en 1897 se encontraba preparando una torta o bizcocho de chocolate y olvido agregarle levadura.
Al olvidar la levadura ¿O algún duende metió la mano en la masa? en la preparación del bizcocho, el resultado fue un bizcocho sin mucha altura, y por el color del chocolate, se le dio el nombre de Brown (marrón) y/o Brownies (marroncitos).
Éste que he preparado en la cocina, no ha sido hecho por un duende, ni con la varita mágica de un hada….
pero si leen la receta, les hará volar la imaginación y disfrutarán del mágico mundo del chocolate sin necesidad de leer aquel cuento de una casita de chocolate.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes:
140 grms. de chocolate negro (especial para postres), 85 grms. de mantequilla, 3 huevos grandes, 28 grms. de harina, un sobre de levadura (especial para bizcochos), 55 grms. de azúcar blanquilla (azúcar glas), 100 grms. de nueces.
Los pasos a seguir:
Precalentar el horno a 180º C (calor arriba y abajo).
Engrasar con mantequilla un molde desmontable, circular, de 20 cmts. forrando la base con papel sulfurizado (papel de hornear).
Separar las claras de las yemas y reservar.
En un cuenco poner la mantequilla y el chocolate troceado
colocarlo sobre una cacerola plana con agua y ponerla al fuego, calentando el agua y removiendo el chocolate junto con la mantequilla hasta que se hayan derretido.
Retirar del fuego, sacar el cuenco del agua caliente y dejar enfriar unos diez minutos.
Sin dejar de batir, añadir las yemas de los huevos
y una vez bien integradas, tamizar la harina junto con la levadura.
En otro cuenco batir las claras de huevo hasta que queden espumosas y sin dejar de batir, añadir el azúcar de cucharada en cucharada, hasta que se formen picos.
Incorporar las claras de huevo a la mezcla de chocolate,
removiendo con movimientos envolventes.
Hornear durante unos 25 minutos aproximadamente (depende de cada horno), hasta comprobar que está firme por arriba y ligeramente blanda en el centro (se puede comprobar pinchando con una varilla de madera y al sacarla comprobar que no sale manchada de chocolate)
Sacar del horno y dejar que se enfríe por completo antes de desmoldar.
Esta ligera, crujiente y jugosa torta de chocolate es ideal como postre, o merienda, aconsejando que la sirvan caliente (se puede calentar en el microondas) y con una bola de helado (Si prefieren hacer el helado artesanalmente, en ESTE ENLACE podrán encontrar mis recetas)
Nota: Las fotos son de “mis duendes”; todos ellos son los que andan por “Mi Cocina” ¿Se habrán comido algún que otro trozo?. Pero si es así, por favor, no se lo cuenten a nadie, no se vayan a enfadar.
Tengan una dulce y magica semana.....