Eres más feo que Picio (dicho popular andaluz)
Así más o menos me dijeron cuando vieron la tortilla en el plato…..¡¡ Te ha quedado más fea que Picio !! Y lo reconozco, es una de ésas tortillas, que a la vista no dice “cómeme”
Seguramente no es la primera vez que oyen, leen e incluso como ocurrió en “Mi Cocina”, dicen éste dicho popular cuando quieren hacer referencia a alguien o a algo poco agraciado o falto de belleza. Y es probable que les ocurra como a mí, que desconocía de dónde nos llega éste dicho que hace alusión a la “fealdad” de alguien que ha perdurado en el refranero y me imagino que desde hace siglos.
Y la curiosidad, una vez más, me puede, por lo que he podido leer que según cuenta la leyenda, el tal “Picio”, se llamaba Francisco y era oriundo de Granada, concretamente de Alhendín, lugar en el que nació y vivió a principios del siglo XIX.
Era zapatero y por hechos que se desconocen fue preso y condenado a muerte. Estando rezando en la capilla, le llegó la noticia de su indulto y fue tal la sorpresa que se le cayó el pelo incluso de las cejas y pestañas y por si fuera poco le salieron tumores en la cara dejándole un aspecto totalmente deforme que le llevaron a convertirse en un auténtico modelo de la fealdad. Su aspecto hizo que tuviese que huir a Lanjarón de donde fue expulsado por su negativa a quitarse el pañuelo de la cabeza al entrar en la Iglesia del pueblo.
Cuentan que sus últimos años los pasó en Granada y que su deformación fue en aumento hasta tal extremo que cuando le fueron a dar la extremaunción el párroco lo destapó con una caña a consecuencia del miedo que provocaba el aspecto físico del pobre Picio.
Por cierto, es curioso que la primera documentación de ésta expresión se encuentra en la novela de Pedro Antonio de Alarcón, El Sombrero de tres picos”, donde uno de sus párrafos dice: “El tío Lucas era más feo que Picio” ( Pedro Antonio de Alarcón nació en Guadix, Granada, y fue escrita a mediados del Siglo XIX).
Pobre Picio, era el súmmun de la fealdad, pero igual el hombre tenía su lado bueno…como mi tortilla, queda fea a la vista, como casi, casi para no publicarla, pero “su belleza”, está en el delicioso sabor, por lo que les animo a prepararla a probarla, aunque su imagen no invite a hacerlo, les aseguro que les sorprenderá.
Bien es cierto que la manera más habitual de preparar las alcachofas en “Mi Cocina” es en guisos, en potajes, en arroces, en cazuelas, a la plancha, rellenas de carne picada, en menestra, confitadas en aceite de oliva…pero ésta vez retomo una receta tradicional malagueña, en tortilla, hecha con el corazón de ésta riquísima verdura.
4 alcachofas, un trozo pequeño de cebolla blanca dulce, medio vaso pequeños de agua, tres huevos grandes, aceite de oliva virgen extra, pimienta negra y sal.
LOS PASOS A SEGUIR:
Quitar las hojas más duras, las exteriores, de las alcachofas, cortar las puntas de forma que quede sólo la parte tierna, la llamada “corazón de la alcachofa” y meterlas en agua con limón durante diez minutos, con ello conseguiremos que no se ennegrezcan.
Sacarlas del agua, escurrirlas bien y laminarlas cortándolas en trozos pequeños, desechando la parte más dura del final de las hojas.
Poner una sartén a calentar con un chorreón de aceite de oliva y pochar la cebolla a fuego lento, cuando ésta comience a blanquear incorporar los trozos de alcachofas e ir friendo todo el conjunto hasta que estén dorados. Echar el agua y dejar cocer hasta que se evapore totalmente. Salpimentar y reservar.
Batir las claras y cuando comience a llegar a punto de nieve, añadir las yemas, mezclando bien. Sazonar al gusto e incorporar el refrito de alcachofas.